También llegarás a preguntarte: ¿y cuáles son esos límites? Pues los hay de varias clases y colores: prejuicios, lo que pensamos de nosotros y de los demás, formas de ser, lo aprendido a lo largo de nuestra vida, temores sin fundamento, la manera en que entendemos el mundo… y todo eso, como te dije anteriormente, está dentro de nosotros y configuran la manera en que percibimos la realidad.
La buena noticia es que es modificable, así que si luego de revisarte consideras que algo de eso te está frenando, toma plena conciencia de ello para que puedas cambiarlo. Claro: no es un proceso fácil y tal vez tenga poco de divertido, pero al final del camino verás los frutos maduros de tu esfuerzo.
En ocasiones te sentirás abrumado, cansado o arrepentido, reacciones verdaderamente humanas. Poner en tela de juicio tu concepción del mundo no es un juego fácil de jugar: es lo que toda persona debe hacer para poder ir más allá.
Una vez que salgas de tu zona de confort, sentirás la maravilla de vivir, de experimentar cosas nuevas sin ninguna clase de tapujos y de sentirte libre de equivocarte sin que ello implique un lamento eterno. Y es que de igual manera todo cambia, así que aunque no tomes la decisión de salir de esa zona pues ella no estará allí para siempre, y será más forzoso para ti entenderlo cuando ocurre de esa manera.
Ya diste el primer paso. Ahora lo que debes hacer es mantener la idea fresca y motivante en tu mente a través de tu propia determinación de ser mejor cada día. Depende sólo de ti comprometerte contigo y con el mundo de que llegarás más y más lejos, asumiendo tus temores como impulsores de la acción y tu firme creencia de que todo lo puedes, aquí y en donde sea.
Mientras lo pienses de esa manera, cualquier obstáculo será visto por ti como una tontería y pondrás tus demonios a dormir de una vez por todas.