Un día decidiste finalmente salir con tus amigas, luego de tanto tiempo sola y dedicándote sólo al trabajo. Se pusieron súper lindas, dispuestas a encender la disco una vez más.
Mientras están sentadas en una mesa conversando mientras toman algunos tragos, tu mirada se cruza de a ratos con uno de los clientes en la barra: se trata de un chico super guapo, con expresión de aburrimiento. Al parecer lo dejaron solo o fue solo… o quién sabe. El punto es que sabes que ya anda por su cuenta.
Cada vez que se miran, voluntaria o involuntariamente, ambos sonríen, cosa que no escapa a la mirada aguda de tus amigas. Empiezan a preguntarte sobre el chico y tú y les dices que no lo conoces. Es entonces cuando ellas te dicen que te acerques y tú… pues tú no eres de esas. O él da el primer paso o damos la oportunidad por perdida.
¿Por qué no atreverse? Hay muchas razones: en parte es posible que hayas acumulado malas experiencias en relación con esas situaciones. Por otro lado, estamos acostumbrados a que los hombres dan el primer paso y las mujeres se sientan a esperar, y cuando es la mujer la que lo da, a veces los hombres no saben cómo reaccionar ante ello.
Sea cual sea la causa, las relaciones no deberían ser una pugna de quién va primero que quien, pues todos podemos ser tanto conquistadores como conquistados. En vista de que la comunicación es compleja entre hombres y mujeres, a veces pensamos que no nos están diciendo algo con más que las palabras cuando tienen rato enviándonos señales que para quien las emite parecen bastante claras.
¿Cuál es la solución? Lo mejor siempre es hablar directamente, sin tapujos, siempre respetando el espacio del otro y conservando cierto halo de misterio para potenciar la atracción. Así que hoy es el momento para que tomes el caballo por las riendas y te acerques, no vaya a ser que estés dejando ir al hombre de tu vida por la timidez.