Ciertamente, la frialdad del corazón previene su dolor. Es sencillo, no te abres a nadie y suprimes de esa forma, toda posibilidad de que toquen tus emociones y al mismo tiempo, las lastimen. En teoría suena fácil, pero no lo es.
El ser humano nace con el propósito de ser feliz, y gran parte (no toda) de esa felicidad, depende de esa persona a la que nos entregamos, también de los amigos y familiares. La felicidad se consigue de forma indirecta, se podría decir.
Las demás personas son un reflejo de nuestras emociones, nuestros defectos y virtudes. Por eso, la gente dice “Dime con quien andas, y te diré quien eres”. Las personas que te rodean, sirven como ancla para descubrir qué es lo que realmente buscamos y necesitamos. Así que, no nos privemos del mundo exterior, no seamos ermitaños, porque, aunque ser frio nos garantiza no ser lastimados, morir solos, es la peor manera de haber vivido y duele incluso más, que cualquier desamor.
Sí, todo ser humano es capaz de encontrar dentro de sí, suficiente valor para no depender de nadie, pero solo hasta cierto punto. Esto es un asunto de equilibrio el cual, si se rompe, veremos nuestro estado emocional afectado.
La felicidad se alcanza en cuanto tenemos dignidad, amor propio y amor ajeno. No puede faltar una. Y el amor ajeno, no siempre tiene que venir de tu pareja, puede conseguirse en amigos o familiares como mencioné, sin embargo, las parejas tienen un vínculo especial que es inigualable, y su principal función es la de, no solo crear un romance, sino crear una vida, una nueva familia, nuevas metas y compartir de forma íntima, la felicidad y por supuesto, las penas y angustias para que estas sean, más llevaderas.