Es tan absurdo exigir amor como impedir que nos amen porque el amor es libre y nace de la espontaneidad. No podemos controlar lo que sentimos, ni los sentimientos que provocamos en otras personas.
Cuando amamos lo hacemos con todo nuestro ser, nuestra inteligencia, nuestro cuerpo, nuestros sentidos y, por supuesto, nuestro corazón. Es algo irresistible, que encierra belleza y a veces dolor, pero que nos enseña siempre a conocernos.
Valora a quien demuestre interés por ti
Es muy complicado aceptar que si alguien no te llama, no te busca y no te dice “te quiero” es porque no tiene interés en ti.
Nuestro ego no acepta que nos ignoren y busca excusas para tapar la realidad. Tememos ver la situación tal y como es: si alguien no nos quiere o no nos valora, no le podemos obligar a que lo haga.
Por el contrario, si alguien demuestra interés por nosotros, se preocupa, nos llama, nos escribe, debemos valorar ese interés, esa demostración sincera de cariño y de respeto.Una muestra espontánea de afecto es algo que surge del corazón, que nos hace reflexionar sobre lo que es realmente importante.
Ama a quien quiere estar a tu lado
Una persona que de verdad quiere estar a tu lado te llama para saber cómo estás, está junto a ti en los momentos difíciles, te mira a los ojos y escucha con atención lo que tienes que decir, te respeta y te valora por cómo eres, te admira y te lo demuestra. En definitiva, te ama.
Si deseas pasar tiempo con alguien lo encuentras y compartes momentos sin mirar el reloj, dejando que las horas pasen sin darte cuenta.
Siempre y cuando tomando en cuneta que deben estar unidos afectivamente” que implica tener un vínculo en el que cada persona mantiene sus particularidades y su diferencias.
Busca la reciprocidad en tus relaciones
Para que un amor de pareja o una relación con un amigo funcione debe existir un intercambio básico. Walter Riso hace una analogía con el pensamiento de Aristóteles y Santo Tomás en su “Guía práctica para no morir de amor” y dice que un amor justo es el que combina tanto la justicia distributiva (repartir cargas y beneficios proporcionalmente entre los miembros de la pareja), como la justicia conmutativa (evitar la estafa y el fraude en cualquiera de sus formas).
Para Riso una relación se basa en la reciprocidad cuando: el intercambio afectivo y material es equilibrado y justo, los privilegios son distribuidos equitativamente, el acceso a los derechos y deberes es igual entre las dos personas, ninguno de los miembros intenta sacar ventajas o explotar al otro y ninguno piensa que merece más que el otro.
Fuente: La mente es maravillosa