¿A quién no se le ha quitado las ganas de entregarlo todo ya que nos han lastimado y utilizado nuestro corazón como mejor les parece? Es algo de lo que nadie se ha salvado pero de lo que nadie ha podido dar una solución ante esto.
Normalmente solemos cerrarnos ante estas situaciones y no queremos volver a abrir nuestro corazón, estamos cansados de que nos utilicen y de decepcionarnos por cada amor que encontramos, pensamos que es el correcto, nos entregamos cuerpo y alma, y resulta que no nos valoraron ni un poco.
Esto no es fácil, queremos una persona que nos ame al igual que nosotros a él/ella, están las ganas de amar, pero tememos a que nos fallen igual que siempre y terminamos por no sentir nada, por cerrarnos sentimentalmente.
Esto es un error que hay que evitar cometer y tenemos que aprender a actuar de diferente manera. Es decir, de toda experiencia se saca algo tanto bueno como malo, pero siempre se aprende.
Tenemos el error de verlo siempre desde el lado negativo y no sacar nada bueno ya que duele. Sin embargo, de esta situación también se saca provecho, y son las enseñanzas de ser fuertes.
Las desilusiones y las decepciones nos enseñan a tener más fuerza y amar con cautela, a no irnos a la primera, hay que esperar y ser selectivos, dejar que las cosas fluyan y ver como el tiempo te dará resultados o las señales para que tú vayas con todo o simplemente no vayas con nada.
Date la oportunidad de crecer, de amar nuevamente, de no regalarle la misma experiencia que tú viviste a otra persona que quizá esté dispuesto también a amar con todas sus almas, y si no va con las mismas intenciones, aprende a amar con cuidado y no des lo que no se han merecido.
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