“Te amo” es quizá una de las muestras de cariño verbales más importantes que existen. Esta frase es un dilema, pues su valor depende tanto del sentimiento de quien la dice, como de la confianza de quien la escucha.
Un “te amo” no siempre recibirá una respuesta con otro “te amo”. A veces, la respuesta será el silencio, producto del miedo, desconfianza o sorpresa. Recuerdo que la última vez que le dije “te amo” a alguien, esa persona me dijo que le disculpara, pero que ella me quería pero no me amaba, y que estaba segura de que quizá, cuando se sintiera lista, me lo diría con el alma.
Este tipo de personas son las que saben que un “te amo”, no es cualquier cosa y que debe decirse solo cuando se tenga plena seguridad de que se siente, porque si no, puede desembocar en desilusión y dolor. Un “te amo” no es suficiente para convencer a la otra persona de que en realidad se le ama. El amor es una decisión, por ende, se trata de una acción que debe demostrarse por medio de otras acciones, como sacrificio, dedicación de tiempo, preocupación por el bienestar del otro, y búsqueda de la felicidad de la pareja.
Un “te amo” no alcanza para convencer, al menos no para las personas con un amor propio grande, que saben que del verbo no se vive y que es el esfuerzo que se hace por demostrarlo, que puede depositarse la confianza y el riesgo de amar de igual manera.