Intenté llenar el corazón con alcohol.
Pero creo que vale más un respiro, que un sorbo de ron.
El problema es que respirar sin ti a mi lado, se vuelve todo un desafío.
Porque tu ausencia duele en el pecho, lastima y por las noches, causa escalofríos.
Extraño de ti tantas cosas que es imposible enumerarlas.
Desde la pequeña comisura en tu mejilla al sonreír, hasta la manera en que tu boca se curveaba para decir “te amor”.
Desde el olor de tu cabello que me recordaba a los jardines de azucena, hasta tu bendito dilema por volver a Venezuela.
Desde tu forma de hacerme reír con tus tonterías, hasta la manera en que tranquilizabas mis rabietas cuando las cosas no salían como quería.
Tu corazón siempre fue enorme, de esos que se llenan con poco.
De esos que cada vez que laten sueltan un poquito más de amor.
De esos que se enamoran de verdad.
Tu corazón siempre fue noble, y se conformaba solo con un te amo y un beso cada mañana.
Y justamente, porque no entendía cómo alguien tan maravillosa podía satisfacer sus emociones con algo tan simple, empecé a llenarte de detalles cada día, a regalarte costosos vestidos para las cenas en los restaurantes más caros.
Comencé a llenar tu corazón con plástico, dinero, oro, plata y bronce, sin percatarme, de que tu corazón solo quería un “te amo” sincero… Un “te extraño” al despedirnos… Un desayuno en la cama… Un beso antes de dormir…
No sabía que los corazones grandes, se llenan con poco.
No sabía que te perdía con cada regalo que llevaba a tu puerta.
No sabía que lo único que esperabas, era que pasara un día completo contigo a la semana… Ver contigo tu serie favorita… Quedarnos hasta de madrugada haciendo el amor o, en su defecto, hablando de raras teorías de ovnis y religión….
No sabía, que lo único que querías, es que llenase tu corazón con gestos simples, no con regalos costosos.
No sabía que tu corazón, se llenaba con amor y nada más.