Me repites siempre cuanto que quieres, lo dices más que las personas que verdaderamente lo sienten. Estás diciendo lo importante que soy para ti y lo enamorado que estás de mí. Pero eso es de la boca para afuera, no sientes nada por mí, no te mientas y no menos me mientas a mí.
Ya he descubierto porque estás empeñado en que yo sepa que me quieres, porque cuando cometes tus errores dices que lo haces de casualidad, que nunca tuviste la intención de dañarme de engañarme de abandonarme, de no importarte. Porque me dices que es suficiente con decirme que me quieres siempre. Me dices que eso debe de recompensar todo lo que tú haces.
¿Qué clase de amor es ese? Realmente no te entiendo. He tratado de comprenderte y deducir muchas cosas, pero no puedo encontrar la respuesta. Aunque me he podido dar cuenta gracias al dolor que me dejas a cambio. Diciéndome por la mañana cuanto me quieres, pero los fines de semana me sales con una tontería que deja mucho que desear.
Te he perdonado muchas veces, siempre estoy perdonándote y diciendo que todo va a mejorar. Que esto lo haces porque no tienes control de ti. ¿Pero a quién engaño? ¿Por qué te justifico? Si tienes control de tus actos, porque estás bastante grandecito para poder controlarlo. Pero por el amor que te tengo dejo pasar todos tus errores, esos errores que son difícil de perdonar, pero lo hago porque de eso se trata el amor. De perdonar las equivocaciones de esa persona especial. Pero tú ya has abusado de eso, tú lo has llevado a un extremo.
Te perdoné hasta que mi dignidad me dijo basta. No puedo seguir siendo la única persona que está entregando todo por esta relación. Se supone que tiene que ser de dos y no sólo mío. Yo no voy a seguir intentándolo mientras tú lo encuentras arruinando. No puedo estar siempre resolviendo tus problemas. Hoy día no quiero seguir sufriendo, tampoco mañana ni más adelante.
Quiero empezar a ser feliz y sé que la única forma de que lo voy a arreglar es separándome de ti y seguir mi propio camino. Llegó la hora de avanzar y ser una persona sin problemas ajenos. Quiero vivir como debe ser, sintiendo que estoy disfrutándolo no que me estoy martirizándome. No me voy a permitir sufrir otra vez.
Así que te digo adiós. No lo hago de maldad, pero tienes que aprender a madurar y respetar el amor que te dan. Y no se trata de palabras sin emoción, si no de sentirlo realmente desde el fondo de tu corazón y demostrarlo con acciones. A eso se le llama amor. Te deseo lo mejor y espero que algún día aprendas y puedas hacer feliz como yo lo hice contigo.