No puedo imaginar cuantas veces intenté llamar tu atención, siempre tratando de que supieras todo el amor que sentía por ti. Recuerdo la cantidad de veces que mis lágrimas tocaron mi rostro, en una mezcla de rabia e impotencia por no poder llegar a ti, por sentirme herida y subestimada.
Sabes que te di lo mejor de mí, me entregué completamente, de la manera más pura e intensa que jamás pude haberme entregado. Te permití entrar en mi vida, en mi mundo, en mi hogar, compartiste con mi familia y amigos y tú sencillamente no lo valoraste, y pensar que aún te sentías inconforme.
Sé que no te bastó tenerme a tu lado, y lo manifestabas con tus constantes exigencias, reclamos, demostraciones de inconformidad y hasta de molestia al estar conmigo. Al principio trate de llegar de muchas maneras a ti, trate de que supieras lo importante que eras para mí, de que no te quería como algo pasajero, sino algo que durará por mucho tiempo, quería plantearme algo a futuro, pero sin embargo, poco a poco, ante la clara indiferencia, ante tu frialdad y ante tu ingratitud, apareció la desilusión, esa mirada que no usa filtro de amor, sino que logra ver exactamente las cosas como son, se logra percibir la realidad.
A partir del momento que comprendí de que no merecías todo lo que yo te ofrecía me fui alejando de ti, poco a poco, yo caminaba hacia una dirección y tú, en la dirección contraria, notaba que parecía que no te importara, que no te dolía, que ni siquiera te dabas cuenta y definitivamente eso me destrozaba, pero junto a todo ese dolor también apareció ese valor que no sabía que tenía dentro.
Me dispuse a dejar todo atrás, y no invertir tiempo en quien no lo valora, decidí darme un tiempo para mí, un tiempo donde tú no estuvieras. Ahora me encuentro completa, más fuerte y segura, no me faltan piezas, no tengo que mendigar el amor de nadie, para que puedan valorar lo que hago.
Ya puedo ver absolutamente todo con más claridad, he quitado de mi vida creencias que puedan limitarme, sé muy bien lo que valgo y lo que quiero para mi vida, y para quien quiera embarcar una aventura conmigo yo seré su mejor bendición.
En el momento que ya no espero nada de ti, tú apareces con las intenciones de que hagamos juntos lo que siempre quise hacer, pero, ya mi corazón no siente lo mismo por ti. Ahora dices que tu corazón se destroza de dolor, así como se destrozó el mío. Y sí te entiendo, me imagino que debe ser terrible haberlo tenido todo y perderlo por haber sabido valorarlo. Tú me perdiste y yo, me gane a mí misma.