Si hay algo que nunca debemos perder en el juego del amor es la dignidad. Aunque parezca sencillo de decir es algo muy difícil de conservar cuando nos dejamos llevar por ese sentimiento que es el amor.
A pesar que seamos a nivel neuronal “emocionalmente dependiente” debemos tener claro que esta dependencia no es un anclaje absoluto hacia una o varias personas sino la necesidad por sentirnos amados, respetados y que podemos contar para cualquier cosa con ese ser amado.Y cuando esto no sucede se quiebra en nuestro interior ese esquema donde dábamos por sentado algo tan elemental como que quien te quiere, te respeta, quien te ama te ofrece apoyo, cercanía y seguridad. Si no sentimos esto, sino lo percibimos, entraremos de inmediato en un ciclo marcado por la desconfianza, la vulnerabilidad y la ansiedad.
El amor como sistema y juego de fuerzas
Cuando dos personas se unen en una relación cada uno de los miembros le asignan características idealizadas con respecto a su pareja y como partes de uno solo: creemos que es la pareja ideal, que nos quedaremos con ella para siempre. Mantenemos este tipo de creencias y de diálogo interno porque nuestra mente así lo necesita: ansiamos sentir seguridad afectiva y psicológica.
Sin embargo, esto se va quebrando con pequeñas pero implacables dinámicas y serios embistes, como el desprecio, la decepción, el chantaje emocional.Es difícil reconocerlo por eso nuestro cerebro hace uso de razonamientos poco adecuados como “esto es temporal”, “seguro que cambiará”, “si me quiere se dará cuenta de que me está haciendo daño”.
Si embargo, el sistema que nos contiene se debilita día a día hasta que se derrumba como un castillo de naipes. Hemos de ser capaces de irnos a tiempo para no convertirnos en las cenizas de un triste ensueño.
Quien te quiere, no juega contigo: la inmadurez emocional y el amor como juego
Las personas emocionalmente inmaduras son las que suelen entender el amor como un juego. Son perfiles que reaccionan solo ante la novedad del momento, ante la gratificación inmediata y a la necesidad de satisfacer las propias necesidades.Ahora bien… ¿por qué en ocasiones llegamos a enamorarnos de personas con este tipo de personalidad? No hay una razón concreta, podríamos decir que nos atrae su intensidad, su dinamismo o el que en ocasiones, nos busquen como quien necesita aire para respirar.
No nos engañemos. El amor no es un juego, y quien juegue a perdernos, debemos permitir que ganen, es lo mejor que podemos hacer. Porque al fin y al cabo también nosotros saldremos triunfantes: habremos ganado en dignidad, en autoestima y en valentía.
Fuente: La mente es maravillosa