La amistad es una obra de arte esculpida por dos personas, o quizás más. Es el refugio donde te cubres de los malos pensamientos, donde se busca el consuelo y donde lo encuentras antes de pedirlo. ¿Qué haríamos sin amigos? Tan predispuestos a felicitarnos por enamorarnos de alguien, y tan apresurados por abofetearnos al haber escogido mal.
Una verdadera amistad, no nos dice solo lo que queremos escuchar, sino que nos repite hasta el cansancio lo que necesitamos oír, aunque nos duela. Es por ello que, podrás tener cien novios, y sentirte vacía, pero solo te basta una amistad, para sentirte completa.
Los desamores duelen, obvio, nadie quiere pasar por ellos, pero eventualmente todos llegamos a conocerlo. Es en ese momento en que las amistades se ponen a prueba, e incluso antes ya lo hacen. Mal amiga es la que se olvida de ti, no cuando está sufriendo por alguien, sino cuando estás enamorada, porque cambiar a una amiga por un amor de novios, destruye más lazos de los que crea.
Los beneficios de contar con una amiga en el desamor, no se pueden contar con los dedos de las manos ni de los pies. Tu amiga, refleja cada error tuyo de forma detallada, fuerte y con carácter, y también refleja los errores de tu pareja, de manera justa, consciente y a veces un poco destructiva, admitámoslo. También hemos sido ese amigo o amiga que ha destruido con palabras a quien rompió el corazón de nuestra hermana de otra madre, y es que, cuando se es mejor amigo de alguien, parece que solo tú tienes el derecho de tratarle mal, pero con cariño, solo en juego y con el propósito de enseñarle a no cometer errores.
Porque así es la amistad, más fuerte que el desamor. Y por eso hay que amarrarlos al alma con cadenas de acero, para que nunca se vayan y para que recordemos que son las únicas personas a las que podemos atarnos, sin salir lastimados.