El psicólogo Joan Garriga es un exponenente de la terapia de Constelaciones Familiares tanto en España, como en Hispanoamérica. Hoy en día trabaja en el Instituto Gestalt, en el cual sigue elaborando una tarea de ayuda a las parejas. En su libro El buen amor en la pareja (Ediciones Destino) enseña varios modelos de pareja para encontrar una buena fórmula de convivencia. Este es un fragmento del libro en el que explica el concepto “venganza con amor”.
En un taller que impartí en Caracas salió una pareja a “trabajar”. Ella estaba pletórica y él, con cara de culpabilidad y el rabo entre las piernas, como asustado. Pregunté, como siempre, cuál era el tema. Y ella dijo con gesto casi triunfal:
– Él me ha sido infiel.
Es curioso, pero lo decía como si fuera una victoria en lugar de un hecho triste. Se la veía crecida, y a él empequeñecido. Entonces le pregunté:
– ¿Has pensado cómo vas a vengarte?
Y la mujer me miró extrañada, como si la venganza fuera algo muy por debajo de su nivel.
– Sí, ¿cómo vas a vengarte para ponerte a su altura?, le dije.
Ella seguía sin comprender. Todo el mundo en la sala se reía nervioso, pensando que yo invitaba a la mujer a ser infiel, lo cual, no era en absoluto mi idea; pero planeaba en el grupo de una forma graciosa, siguiendo la antigua y presuntamente justa idea del ojo por ojo, la cual es un uso fatal no solo para la pareja sino para cualquier relación humana.
“El perdón puede ser peligroso cuando coloca por encima, moralmente, a un miembro de la relación”
Yo la invitaba a vengarse de alguna forma, porque era una buena medida de recuperar un estado de igualdad y balance en ambos. Ella era la buena y él, el pecador y malo y eso la dejaba por encima, así que el único modo de recuperar ese equilibrio era que ella pecara también.
Ella pensaba en el perdón, pero esto puede ser muy peligroso, sobre todo porque no suele ser verdadero. El real perdón se define como aceptación e incluso amor hacia los hechos tal y como sucedieron, aunque esto se hiriente. Algunas veces el perdón es un mensaje interpersonal que habla: “Yo como bueno, te perdono a ti como malo”, y de este modo uno se eleva por encima de la otra persona a través de un mensaje erróneo que viene de buenas intenciones y no de la verdad del corazón. Esto suele ser muy peligroso ya que no suele dar buenos resultados.
“Devolver un daño en menor cantidad puede ayudar como modo verdadero del perdón”
Bert Hellinger, psicoterapeuta diseñador de la terapia con Constelaciones Familiares, defiende que cuando se genera un intercambio negativo dentro de la relación, es decir, uno de los miembros daña al otro, el que ha sido el objeto del daño debe compensarlo vengándose con amor. Vengarse con amor se define a devolver el daño pero en una medida suficientemente menor. Si se limita a perdonar, de algún modo queda en una posición de superioridad moral, mientras que si le devuelve el daño procurando que sea un poco menor a esa persona, restablece el balance y la igualdad, aunque pueda parecer algo contradictorio cuida también del amor en la relación al devolverlo en menor medida.
Si este devuelve el daño en una medida mayor, no solo no se restablece la vivencia de justicia, sino que lastima el amor de la relación.
“En una relación amorosa debe haber buenos y malos, debe generarse en un plano de igualdad”
En el intercambio positivo: Su formula es tú me das algo, yo te devuelvo ese algo y un poco más y de esta manera el vínculo se hará mucho más fuerte. En el intercambio negativo: La fórmula es tú me das algo, yo te devuelvo ese algo, haciendo que te duela, pero un poco menos. Esto es lo que se conoce vengarse con amor. Y es de gran importancia hacerlo, ya que la felicidad no se desarrolla de allí donde hay buenos y malos. Sí crece, ya sea un poco, donde hay personas que se asumen como imperfectas y toman conciencia de que realizaron algunas equivocaciones, lastimaron, y pueden llevarlo con dignidad y arreglarlo de una manera constructiva, a la vez que asumen que pueden resultar estropeadas.
La idea de venganza amorosa es fácil, pero la forma en que se realiza puede ser algo más rudo. Cada persona puede hallar la suya en cada situación en función del contexto pero con el objetivo último de volver a recuperar cierto balance y continuar avanzando. Porque la relación requiera a la vez estabilidad y transformación y ambas cosas en las proporciones correctas. Una verdadera pareja exige seguridad a través de sus inercias, pero también atrevimiento, innovación, creatividad y búsqueda de soluciones nuevas para conflictos viejos.