El cerebro de las personas introvertidas funciona de manera diferente. Su concepción de la felicidad tiene otro ritmo, otros espacios donde habita una soledad elegida, una calma evocadora donde pensar y reflexionar. El introvertido feliz es aquel que celebra su propio yo sabiendo que no hay nada malo en ser diferente.
“El comienzo de la sabiduría es el silencio”
-Pitágoras-
Los introvertidos, por su parte, parecen quedar diluidos en medio de estos contextos. Ahora bien, esta idea no es del todo cierta. En un mundo donde una buena parte de sus habitantes parecen no saber qué es guardar silencio y medir las palabras dichas en voz alta, la introversión gana terreno a pasos agigantados. Libros como “El poder de los introvertidos” de Susan Cain o el “Líder introvertido” de Jennifer B. Kahnweiler nos revelan que este perfil de personalidad está muy presente en muchos cargos de poder.
Todo ello nos lleva también a un dato que debemos tener presente. Cada uno de nosotros oscilamos a diario en ese eje que va desde la extroversión a la introversión. A instantes actuamos con esa apertura vital y enfática del extrovertido para después, buscar un instante de intimidad como haría el introvertido. Todos compartimos pequeños rasgos de ambas personalidades, aunque por término medio, tenemos mayor tendencia hacia un polo u otro.
Te proponemos ahondar en este tema siempre interesante, siempre revelador.
Los cuatro tipos de introversión
- El introvertido reservado: es el perfil más reflexivo, el más cauto y prudente. Es el clásico observador que prefiere analizar muy bien todo aquello que le rodea antes de integrarse en un proyecto o en un grupo de personas.
- El introvertido de pensamiento da forma a ese tipo de personalidad, donde su nivel de abstracción llega a un punto muy profundo. Es el clásico soñador, ese que aún estando rodeado de muchas personas permanece aislado en su propio mundo y es incapaz muchas veces de seguir el hilo de una conversación. Su mente casi siempre termina “escapándose”.
- El introvertido social define a gran parte los introvertidos en general. Son personas que prefieren relacionarse con grupos pequeños, a ser posible de una o dos personas. A su vez, cuidan mucho los tiempos y los momentos en que se relacionan, reservándose siempre necesitados espacios de soledad.
- El introvertido ansioso da forma a ese perfil marcado por una gran falta de confianza en sus habilidades. No se siente apto para relacionarse en escenarios sociales, y esa incomodidad le ocasiona ansiedad y una baja autoestima.
Aprende a potenciar tu personalidad introvertida para alcanzar tu propia felicidad
La aventura del autoconocimiento no termina nunca, es un trabajo que nos ocupa las 24 horas del día y que no es bueno descuidar. Así pues, si eres una persona introvertida, reflexiona sobre las siguientes propuestas que pueden ayudarte a mejora tu calidad de vida.
- Aprende a elegir bien los momentos en que te relacionas y el tipo de personas con las que vas a estar.
- Eres consciente de que trabajas mejor en soledad, de que solo así das lo mejor de ti. Por lo tanto, intenta orientar tu vida profesional a una ocupación que te permita tener esta independencia, esa oportunidad de potenciar al máximo tus capacidades.
- Sé consciente de que a la hora de relacionarte las personas tardarán más en descubrir tus grandezas, tus virtudes, tu luz interior. Eres como un tesoro que requiere tiempo y dedicación, así que no te preocupes si en ocasiones, hay quien se va a la primera. Quien te merezca se quedará para averiguar ese enigma que hay en ti, y entonces esa conexión será duradera, fuerte y reconfortante.
Por último, algo interesante que no podemos olvidar es que las personas introvertidas procesan su realidad a través de los sentidos. La vista, el oído o el tacto son portales sensitivos que les estimulan, les relajan y les inspiran… Intenta disponer como mínimo de dos horas al día para sentir el mundo en soledad a través de estos canales, de estos puentes que van del mundo exterior a tu interior.
Fuente: La mente es maravillosa