El cuento de La sirenita es un cuento de hadas del escritor y poeta danés Hans Christian Andersen, el octavo de la colección de Andersen. Escrito originalmente como un ballet, el cuento ha sido adaptado varias veces, las adaptaciones incluyen un musical, una película animada japonesa de Toei Animation y una película animada de Walt Disney.

Ahora, Disney lleva esta historia a lo real, una película con personajes humanos, sin embargo, se ha desatado una gran polémica por la elección de la protagonista que interpretará a La Sirenita. Todos critican el color de la nueva protagonista, pero nadie habla del sometimiento de la mujer del que trata la historia de Disney.
Sí, esa historia por la que muchos pelean para que en el live action sea tal cual como se contó en la caricatura animada debería ser analizada por todos, pues será transmitida a las nuevas generaciones y vaya que deja mal paradas a las mujeres, en un papel de sumisión absoluta.
Ya que, aparentemente, lo único que nos enseñó la trama de La Sirenita es que: “calladitas nos vemos más bonitas”; que las mujeres debemos ir corriendo tras el hombre que amamos, sin importar que dejemos familia, amigos o hasta nuestra propia esencia; que somos nosotras las que debemos someternos al mundo en el que viven los hombres con tal de ser agradables a ellos.
Si algo está claro y comprobado por la ciencia es que este cuento (y otros más), por el que hoy pelean millones, han distorsionado por años la forma en la que las mujeres ven la vida; han hecho creer que siempre y en todo lugar, las mujeres deben ser rescatadas por un hombre.
La Sirenita es una de esas historias que no querríamos que nos leyeran en la cama. Porque antes de que Disney la llevara a la pantalla entre ritmos festivos y peces de miles de colores, el destino de Ariel fue bien distinto.
Conoció a un príncipe, sí. Cambió su hermosa voz por un par de piernas, sí. Tuvo como máxima aspiración salir al exterior y enamorar a un humano, también.
Pero ninguna de esas cosas le salió bien. En el cuento clásico de Hans Christian Andersen —que acaba de reeditar Lumen en una edición ilustrada y acompañada del cuento La voz de la sirena, de Carme Riera— nos damos cuenta de la crueldad y la brutalidad a la que la adolescente marina tuvo que enfrentarse.
La Sirenita, no logró enamorar al príncipe de sus sueños, sí, aquel por el que dejó que una bruja arrancara literalmente su lengua para tener piernas e ir tras él.

Lo que la joven no sabía es que el príncipe se había enamorado de ella justamente por su bella voz y aunque la besó, no lo hizo por amor. Luego de un día para el otro, fue la bruja la que llegó a su castillo hablando como La Sirenita y sí, el príncipe encontró lo que andaba buscando; al final, la bruja se casó con el príncipe y Ariel, como la nombró Disney se quitó la vida, pues tal cual se lo habían dicho, el dolor que le provocó el desamor, le partió en mil pedazos el corazón.