Los seres humanos estamos llenos de circunstancias, experiencias y vivencias. Un cúmulo de todo lo vivido que nos da forma y nos construye. Porque todo cuanto acontece a nuestro alrededor, matiza nuestra experiencia y nuestro sentir, ya sea intensamente como de forma superficial.
Tener esto siempre presente en nuestra vida es fundamental, y aún más en las relaciones de pareja, pues debemos aceptar que cada persona tiene una historia única en la vida, y quizás esta sea demasiado diferente a la nuestra. Saber que el otro es diferente y que se encuentra luchando sus propias batallas nos ayuda a comprenderlo.
En buena medida, todo lo vivido nos afecta de algún modo y depende de nuestra historia cómo lo encajamos en el presente.
A veces solo pretendemos demostrar una empatía delante de las situaciones que le ha tocado enfrentar a los demás, dándole más importancia a la nuestra.
Sin embargo, en muchas ocasiones creemos que solo se necesita eso, empatía, y que sabemos ponernos en el lugar del otro. Pero, lamentablemente, no siempre es así y, por eso, podemos incluso llegar a empeorar la situación.
El hecho de ponernos en el lugar del otro, pero, “con nuestra forma de pensar”, demuestra que solo somos capaces de imaginarnos a nosotros mismos viviendo esa situación, pero no sintiendo lo mismo que la otra persona. Desde fuera todo se ve muy sencillo, pero por dentro no lo es tanto.
En esos momentos un poco incómodos, en donde la mayoría de las veces no sabemos cómo actuar ni que decir ante un problema o situación ajena, solo debemos recordar en qué momentos hemos vivido una emoción similar y ponernos en el lugar de la otra persona, con el corazón y no desde nuestros esquemas mentales.
Tengamos en cuenta que nadie puede aportar una buena solución a un problema que no ha entendido. Por ello, primero deberíamos entender y luego procurar que el otro se sienta comprendido.
A pesar, de que tengamos la capacidad de ponernos en el lugar del otro, eso no es suficiente. Debemos ser capaces de sentir, imaginar o experimentar las emociones o estados de ánimo de la otra persona. Intentando ponernos en la emoción del otro y no sólo en su situación.
Quizás el error más común que tengamos las personas, es no conocer el verdadero significado de la palabra empatía, pues esta constituye una de las habilidades esenciales de la inteligencia emocional que Goleman demostró, a través de muchos estudios, cómo incidía en la felicidad. Incluso Howard Gardner, el cual defiende que poseemos ocho tipos de inteligencias en lugar de una, apunta a la empatía como una de ellas; la denomina: inteligencia interpersonal.
Y uno de los puntos esenciales para desarrollar la empatía consiste en aprender a escuchar. Teniendo en cuenta cuatro (4) aspectos importantes:
- Tener cuidado al dar o recibir consejos. Tal como dijo Sófocles: “Quien no haya sufrido lo que yo, que no me dé consejos”.
- Evitemos juzgar, a pesar, de que juzgar es un acto casi automático. Por lo que André Malraux decía: “Si de veras llegásemos a poder comprender, ya no podríamos juzgar”.
- No relativicemos el problema del otro, pues el corazón tiene sus dolores privados.
- Simplemente debemos comprender.