Te quise despeinada, sin maquillaje y libre de todos esos artificios que te hacía supuestamente divina.
Te quise peligrosa, arriesgada y audaz.
Te quise por cada sonrisa que lanzabas y por cada mueca que no podías evitar.
Te quise desnuda, con ropa, limpia y estando sucia.
Te quise en el momento de mayor fragilidad y fortaleza.
Te quise en tu tope de la tristeza, con pastillas en la cama y lágrimas en tu almohada.
Te quise en tu plano de felicidad, con una enorme calma y sonrisas en tu cara.
Te quise con uñas y dientes, con entrañas y alma, con ganas y deseo.
Te quise a pesar de que me querías lejos porque ni tú te soportabas.
Te quise en todas y cada una de tus versiones.
Te quise sin que tus defectos me afectasen y, por eso, te veías tan perfecta.
Te quise incluso cuando me dijiste que no me querías.
Te quise meses después de que te fuiste.
Te quise hasta cuando me pediste que no te quisiera.
Te quise tanto que hasta olvidé como quererme.
Te quise, y hoy, que regresas en búsqueda de ese cariño que te tuve, ya no te quiero.