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“Soy una mala mujer”

Posted on April 19, 2017 by admin

La sociedad ha creado un concepto errado de lo que verdaderamente significa ser mujer, el machismo no deja de invadirnos, está presente todos los días y a cada momento. Si tienen que llamarte mala mujer por tener carácter y tomar tus propias decisiones sin importante el qué dirán, que lo hagan.

 

Sé una mala mujer, revélate, di lo que piensas y expresa lo que sientes, di “no” si no quieres hacer algo y acepta las propuestas que a ti mejor te parezcan. Para ser felices a veces hay que ser un poco “malas”. Ser Mejor publicó un artículo que te hará reflexionar sobre esta situación. Aquí lo compartimos contigo:

“Soy una mala mujer”

“Soy una mala mujer porque no me dejo, porque no me quiebro, porque me sacudo las lágrimas, me acomodo el escote y sigo para adelante, por eso soy una mala mujer, porque no nací sumisa, callada, quieta y frágil, sino soberbia, entrona y estridente, porque cuando llego se nota y cuando me voy se siente”. –Male Capetillo Cabrera

Quisiera decir que siempre me he podido describir así, que siempre he sido esa ¨mala¨ mujer y que siempre he tenido en mis manos el timón de mi vida. Sin embargo, hasta hace algún tiempo era otra. Una chica tan loca, movida por sus impulsos, tan espontánea e irracional, amante de los riesgos y la adrenalina, sin miedo a nada y viviendo la vida con alegría, creyente de que el amor siempre es y será el mejor motor, que no hay mejor estado de ánimo que el estar enamorada y que la verdadera felicidad te la da el ser amado. Pero entonces, un día inesperado todo cambió.

Dicen que de los errores se aprende y que uno viene a este mundo a equivocarse, sin embargo, comencé a equivocarme con mucha frecuencia y lo peor era que parecía no aprender de cada tropiezo. Comencé a amar a personas que no lo merecían, comencé a olvidarme de amarme a mí misma. Empecé a dar todo a manos llenas y a cambio sólo recibía falsas esperanzas, mismas que se esfumaban, inclusive llegué a conformarme con migajas. Tonta e ingenuamente siempre estuve ahí para aquellos que me necesitaban y cuando yo los necesité… se marcharon. Me entregué entera sin importar que conmigo se dieran a medias. Me esforcé por dar siempre la mejor versión de mí, por hacer de lo imposible lo posible y perdoné tantas veces que perdí la cuenta y en mi menor error, sólo fui juzgada.

 

Fui de las mujeres que se entregan completas, que saben amar como ya pocos merecen. Fui de las que conquistan con detalles, con tiernas palabras y dulces mensajes, de las que muestran preocupación e interés por el ser amado, de las que aunque la situación se ponga difícil no se hace a un lado. Esas que siempre están disponibles para el que aman, que lo anteponen hasta por encima de sí misma. De las que dan a manos llenas. De las que regalan sueños y sonrisas. Fui en algún momento, pero ahora ya no. ¿Qué me pasó? Dejé de creer en el amor, me rompieron una y otra vez el corazón. –Stepha Salcas

No puedo deducir en que momento me perdí, mis conquistas comenzaron a ser mal elegidas. Comencé a pensar en el pasado y aunque ya no tuviera nada nuevo que contarme u ofrecerme, volvía allí por alguna extraña razón. Y por más que me rompieran, continuaba creyendo en el amor, me entregaba aun con mis heridas abiertas y tontamente tal vez por miedo a la soledad o al qué dirán, comencé a aceptar amores pasajeros, de esos por los que no puedes dar más de un peso. Amores que al final de cuentas solo deseaban una cosa: mi cuerpo. Creí mentiras y perdone errores, errores tan graves que más me rasgaban el alma. Perdoné engaños y entre tanta estupidez, comencé a bajar la mirada y tragarme palabras, todo por el maldito temor a la soledad.

 

No culpo a nadie, las malas decisiones las fui tomando yo y con ellas cada vez me rasgué más el corazón. Y un día ya no pude más, me rompí completa, toqué fondo e hice trizas cada parte de mí ser. Me ahogué con mis propias lágrimas, escondí las sonrisas y tiré a la basura las esperanzas. Cada uno de mis sueños se esfumó, perdí el brillo de mi mirada y mi sonrisa simplemente se apagó.

 

Llegué a odiarme tanto como nunca había odiado a nadie, no podía creer cuántas veces me fallé, cuántas veces me decepcioné, cuántas veces me prometí y no me cumplí y cuántas veces dije que sería la última vez y no fue así. Y así fue como me convertí en otra mujer, una completamente distinta a la que fui. Mucho me costó levantarme pero finalmente me reconstruí. Dicen que me volví fría, insensible y seca, pero nadie sabe que hay detrás de mi nuevo yo y cuántas cicatrices llevo en el corazón. Me prometí no volver a llorar y ésta vez me lo he de cumplir. No me he de volver a fallar, no he de volver a sentir ninguna emoción, no he de abrir otra vez mi corazón.”

 

Fuente: What the girl

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