Quienes me conocen pueden decirte que al principio soy muy tímida, y es que en verdad me cuesta acercarme a la gente. Nunca he entendido por qué pero me pasa siempre. Es como un temor que no logro apartar y que a veces es malinterpretado por los demás como rechazo.
Una vez que ya sabes mi nombre y empieza a adentrarte en mi piel, de lo primero que te das cuenta es de mis cambios de humor. En cierto momento estoy alegre y de repente, y sin explicación aparente, me torno ansiosa o triste. Te acercas a preguntarme qué me ocurre y juro a que a veces no tengo respuesta.
Luego de eso, hay días en que francamente me encuentro desanimada la mayor parte del tiempo. La melancolía tiñe mi vista, haciendo que todas las circunstancias sean motivos para llorar o para lamentarme. Te acercas a decirme que todo estará bien y me cuesta creerlo, por más que me mires y sonrías, por más que me tomes de la mano y me muestres el brillo de la vida.
En otros momentos me pongo malcriada cual niña que quiere un dulce y no quieren dárselo. Puedo hacer pucheros en una esquina y no querer hablarte durante unas horas, y de repente salgo corriendo a abrazarte y a actuar de manera dulce porque me di cuenta de que fui una tonta al reaccionar así.
Cuando menos lo esperas, me pongo testaruda. Siempre voy a querer tener la razón así me dé cuenta de que estoy diciendo algo irracional, y si no me la das arrugaré mi cara y te fastidiaré hasta que tomes mi argumento como verdad.
Es muy probable que con todo esto a veces sientas ganas de abrazarme y apretar mis mejillas y otras veces te frustrarás porque no encuentras la manera de lidiar con alguien tan extraña y cambiante. Cuando sientas esto último quiero que sepas que así como mis transformaciones pueden ser poco amigables, también tengo locuras hermosas.
Puedo tomarte un día sin avisarte y darte la mejor de las sorpresas, cerrar tus ojos con mis dedos y besarte como nunca has sido besado. Puedo también pararme en una colina del parque y gritar a los cuatro vientos cuánto te amo, y hacerte reír con mis ocurrencias sobre cualquier circunstancia cotidiana.
Puedo, de igual manera, alejarme sutilmente sólo para que me busques y que cuando me encuentres veas que, aunque soy bastante complicada, puedo amarte tanto o más que cualquier chica aparentemente normal, de una manera que sólo tú y yo llegaremos a entender.