Mientras que algunas se alarman y procuran demostrar lo contrario, yo sí lo asumo y me encuentro orgullosa de serlo. Aunque a muchos no les parezca, esta es la manera que he encontrado de mantenerte a mi lado. Ahora que te tengo, jura por lo que quieras que no permitiré que te vayas jamás.
Soy celosa, y a mucha honra. Pero no soy de aquellas que se entregan a la ansiedad y al estrés absoluto por saber donde está su marido. No soy de esas que persiguen vorazmente a su hombre y no tienen otra actividad más que esa. Qué va, yo no soy de aquellas, mi técnica es diferente a las demás.
Yo ejerzo mi autoridad sobre ti como el que no tiene necesidad de imponerse para mandar, como el que pone la piedra y se declara sheriff del condado. De la misma manera, yo me he impuesto dueña de tu vida y lo sabes. No te atreverías a engañarme tan sólo por temor a mí, y bien fundado es ese miedo, ciertamente.
No me importa lo que piensen los demás. Cuando algo es tuyo y deseas conservarlo, debes cuidarlo y atenderlo como corresponde. En nuestro caso, tu vida es mía, y yo decido con quién hablas y con quién no, por cuanto tiempo y con qué crecencia, etc.
Y ay de ti si te atreves a no corresponder a mis designios. Porque bien sabré cobrármela para que nunca más oses dar ese siguiente paso, mi estimado. Debes temer, por tu bien, y conducirte bastante bien para evitarme. Sé, de todos modos, que evitarás llegar a ese punto a toda costa.
¿Cuántos hombres sinvergüenzas no existen en la calle haciendo desastres y engañando a cuanta chica pueden? ¿Cuántos mal nacidos se atreven a ponerte los cuentos con depravación total y sin tomar en cuenta us sentimientos? ¿No es tiempo de que cambien las reglas del juego y ahora seamos las que dedican como será de aquí en adelante?
Lo cierto, al final del día, es que cambiaron los papeles. Y más te vale que no te vea conversando con esa igualada de la universidad, ¡Porque bien la pagarás por tu traición!