En múltiples ocasiones nos empeñamos en mantener una relación que ya cumplió su ciclo, que ya entregaron lo que podían entregar, donde podemos decir con mucha claridad que no tiene ningún sentido de tratar de establecer o mantener una relación. Esta clase de actitudes lo que ocasiona es generar sufrimiento y este dolor se expandirá en todo tiempo tanto como nos tardemos en abrir los ojos y tomar decisiones que nos guíen mejor sentimentalmente.
Aceptar por completo que una relación no pude establecerse o mantenerse no debe ser visto como un gran fracaso o como un quiebre. En fracaso se trasforma cuando de manera testaruda y masoquista nos entramos a cualquier clase de relación en la que nuestro amor no pueda ser manifestado o transmitido, cuando no conocemos de cómo otorgarle un cierre con la menor cantidad de efectos negativos posibles, preservando de esta forma nuestra integridad, resguardando nuestra fe en el amor y la seguridad de merecernos algo mucho mejor.

Cuando bloqueamos la puerta del corazón, estaremos limitando la fluidez, la entrada y la salida, ninguna persona debe estar en nuestro corazón queriendo desplazarse por alguna arteria, no podemos secuestrar a ningún sujeto sin su consentimiento en nuestro corazón… Y mientras no permitamos que alguien salga de él, de igual forma estamos bloqueando el acceso a cualquier otro ser que tenga las únicas intenciones de entrar y quedarse allí.
Solo deja las puertas abiertas, para el que quiera entrar, con tu consentimiento, pues adelante, el que quiera ir se, por las razones que sean, que no se frene… pero eso sí, que ninguna persona se quede atravesado en nuestra puerta, en este caso le brindamos un pequeño empujoncito para facilitarle la decisión.