En general, cuando estamos acostumbrados a algo duele de alguna manera desprendernos de ello, pues ya forma parte de nuestra vida, y le hemos agarrado algún tipo de cariño o aprecio, otorgándole así la importancia necesaria para que permanezca así en nuestra vida.
Pero, la verdad es que todo forma parte de un ciclo y etapa en nuestra vida, que simplemente están allí para vivirlas, afrontarlas, aprender de ellas y superarlas si es necesario, pues nada es para siempre. Solo debemos aceptar, vivir lo que se tenga que vivir, drenar las emociones y seguir adelante.
Todo esto aplica especialmente en las relaciones de pareja que sufren una ruptura, pues estas suponen una experiencia difícil y dolorosa la cual tratamos de evitar en muchas ocasiones para no pasar por ese momento tan complicado. Pero a veces, el amor se acaba y es necesario saber aceptarlo y hacer frente a esa situación.
Toda separación supone una pérdida y como tal, un proceso de duelo que es necesario pasar, ya que debemos aprender a vivir sin el otro y reformular muchos proyectos que se habían establecido en conjunto.
Este proceso de duelo consta de varias fases y el impacto que tenga sobre nosotros dependerá de muchos factores como la duración de la relación, la forma en la que finalizó, la intensidad del vínculo creado, etc.
Aquí te describimos algunas de esas fases, por las que normalmente se atraviesa después de una ruptura amorosa:
- El primer momento es el de negación, la fase inicial en la que hay dificultades para aceptar que la relación ha finalizado. Es un momento de gran incertidumbre donde puede haber esperanza de que la relación no termine y es un periodo caracterizado por una gran tristeza y confusión.
- Tras esta fase, aparece la ira y la ansiedad, donde ya somos conscientes de que ha finalizado, pero sentimos rabia hacia la otra persona porque haya sucedido incluso hacia nosotros mismos por errores que hayamos podido cometer, y por no haber sido capaces de evitar la ruptura.
- Después aparece un momento de negociación, en el cual tratamos de buscar posibles soluciones para evitar las consecuencias que estamos viviendo debido a la pérdida. Aún pensamos que podemos hacer algo respecto a la situación o que puede cambiar algo que haga que finalmente la relación no termine.
- Tras el fracaso de la fase anterior, aparece la aceptación donde se comprende que las relaciones pueden terminar y se comienzan a instaurar nuevos hábitos y a reestructurar nuestra vida sin esa persona.
- Finalmente, si este proceso no se alarga más tiempo del debido, pasaríamos a una fase final de superación que supone un periodo de reflexión donde habremos aprendido a vivir sin esa persona y seremos capaces de establecer nuevas metas y conocer a personas nuevas.