Muchas veces podemos pensar que el anteponer nuestras prioridades deseos y valores ante los demás, en determinadas situaciones, no es más que una actuación egoísta, sin embargo, es menester darnos cuenta de que tiene que ver con nuestra propia valoración con el amor propio y con el respeto que nos tenemos a nosotros mismos.
El amor propio es señal de una elevada opinión de uno mismo. Si un hombre tiene amor propio, esto demuestra lo que vale. George Gurdjieff
Resulta difícil pensar que podamos tener consideración con los demás si de hecho no tenemos ninguna consideración con nosotros mismos, si todo resulta ser más importante a nuestro alrededor que lo que ocurre en nuestro interior, y aunque pueda etiquetarse de egoísmo, no se trata del ego conocernos a nosotros mismos, valorarnos, priorizar nuestra paz y serenidad mental. Incluso llegamos a caer en situaciones terribles de abuso e inconformidad, por ser incapaces de detenernos a pensar en nosotros, o por esperar siempre que alguien más lo haga.
En muchas ocasiones nos toca tomar decisiones, que no siempre son del agrado o acuerdo de los demás, y en realidad no se trata de ir en contra de nadie o de tener la intención de antagonizar, simplemente la razón nos lleva a respetar nuestro criterio, a considerar nuestra opinión y por ende, nuestras emociones en torno a lo que nos toca abordar.
Hay algo peor que la muerte, peor que el sufrimiento…Y es cuando uno pierde el amor propio. Sandor Marai
De manera que podemos generar un conflicto muchas veces por pensar en nosotros mismos, y aunque es una acción comúnmente juzgada, pues se enfoca desde un ámbito individualista, no se trata de egoísmo, sino de valoración. Si por encajar en la sociedad o agradar a los demás, actuamos según sus intereses y deseos, no podemos esperar consideración alguna cuando pretendamos hacer respetar nuestros derechos.
Tenemos el derecho de considerarnos, de valorar lo que somos, con debilidades y fortalezas, de potenciar nuestras virtudes y de enmendar nuestros errores, tenemos el derecho de pensar en lo que queremos, en lo que no deseamos y hasta dónde queremos llegar, podemos aceptar, o decir “no” sin ninguna culpa, somos dueños de nuestra vida y de nuestros sueños, por lo que nadie puede vivirlos por nosotros.
Toma las riendas y conduce tu carro hacia la casa del amor propio. Amy Leigh Mercree
No sé trata de imponer, de herir, de anteponer nuestro valor al de alguien más, se trata de entender que reflejamos en nuestro entorno lo que vemos en nosotros mismos, y como podemos traspasar la luz si estamos renuentes a detenernos a mirar nuestro interior. Aprendamos a sentir nuestros latidos, a percibir nuestras es emociones, lo que nos dañó y lastima, lo que nos hace feliz… lo bueno, lo justo y lo innecesario.
Por: Marvi Martínez