Si tu dolor no le duele a tu pareja, es muy probable que no te ame

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Cuando amamos a alguien es imposible ver con indiferencia sus angustias, sus malas experiencias, su dolor… Amar a alguien implica solidaridad, empatía, comprensión. Tiene implícito sentirse uno con el otro, sentir que cualquier cosa que le pase a la otra persona, nos está ocurriendo inevitablemente a nosotros mismos.

Lo interesante de las parejas es crear un núcleo, multiplicar fuerzas, transitar de la mano en compañía, no por necesidad, sino por preferencia. Si quien está a nuestro lado siente indiferencia ante lo que sentimos, sea positivo o negativo, sin duda no ha podido establecer esa conexión cuyo nexo es justamente el amor.

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Muchas veces puede incomodar más la indiferencia ante lo positivo, que ante lo que nos pesa, cuando vemos que quien supuestamente nos quiere bien, no se alegra por nuestros logros, que nuestra sonrisa no es contagiosa, que muchas veces inclusive parecen hacer lo posible por borrárnosla del rostro, que les cuesta vernos felices, como si más bien les doliera, debemos prender las alarmas.

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La envidia, los celos, la competencia, es muy común en las parejas, el querer que el otro sea un simple complemento es frecuente. Por lo general los que sienten eso son aquellos que están acostumbrados a ser el centro del universo y no les gusta ver luz que no sea la suya, por ende tienden a desmeritar, a pasar por debajo de la mesa cualquier cosa positiva que debiera ser reconocida en su pareja.

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Independientemente de si la indiferencia es hacia lo positivo o hacia lo negativo, hacia el dolor o hacia la alegría, quien la siente no sabe amar, quizás solo lo haga a sí mismo, pero resulta realmente frustrante compartir con una persona así, habiendo tantas personas con quien transitar de manera más armoniosa el camino del amor o teniendo siempre como recurso una digna soledad.

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Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet