Nadie ha perdido algo por entregarse de forma apasionada y sincera. Sí, puede que nos lastimen al hacerlo, pero esta acción, nutre y enriquece al alma. Por otra parte, hay quienes no saben cuidar y recibir el amor que otras personas les dan, ya sea por desinterés o porque no le enseñaron a valorar lo que tienen. Por ello, no te arrepientas por haber sufrido de amor, mejor, siente pena por aquellos que no saben amar.
Hay que recordar, que la mente del ser humano, no se diseñó para lidiar con la perdida, o al menos, esa es la teoría. Yo, honestamente creo que lidiar con las pérdidas es una cuestión de crianza y no de naturaleza. Si nos enseñaran desde niño que, no todo lo que amamos, nos corresponde o lo podemos tener, quizá estos periodos de desdicha fuesen suprimidos mucho más fácil en la adultez.
Hay que aprender a sanar el amor no correspondido y las rupturas amorosas. La mejor manera de hacerlo, es aceptar que tú no pierdes nada por amar a alguien que no te quiere o que te amó, pero ya se le acabó el interés que tenía. Tu labor emocional de entrega ha sido cumplida, satisficiste esa necesidad humana que hay de entregar lo que hay dentro, y si la otra persona no supo recibirlo, es su problema.
Los antiguos filósofos griegos, planteaban que la entrega del ser, era un acto enriquecedor, en la medida que el hombre (como especie), tenía tanto de sí, que debía repartirlo a sus semejantes. Quedarse con las ganas de amar, es oprimirse el derecho natural a entregarse. El ser humano cumple con esa necesidad básica al amar, y listo, no hay nada más, no es un tema de esperar a que el otro te ame, es un tema de que tú amas porque te nace y, si amaste a alguien que no supo como cuidar de eso que le dabas, pues tranquila, que la dignidad no se acaba y tampoco el amor al menos que tú así te lo propongas.
No prives al mundo de tu ser interior, que no hay nada más puro y hermoso que un alma que sabe amar. Sé que hacerlo en estos tiempos es difícil, pero más difícil es vivir consiente de que, quien realmente te amó, no está contigo porque no supiste valorarle.