El acto de amar es un asunto de decisión, más que de sentimiento. El afecto difiere del amor en el sentido de que, el primero se siente, y el segundo se hace. Ambos, a pesar de ser conceptos distintos, van de la mano, pues no puede haber amor sin afecto. El problema está en que muchas parejas creen que el amor, al pensar equívocamente de que se trata de una emoción, creen que no necesita de ponerse en práctica, de que basta con un “te amo” para que la otra persona sienta realmente dicho amor.
Debemos cuidar a la persona que amamos ahora, pues si ella nos ama, el día de mañana será nuestro más grande apoyo en todas nuestras decisiones y nuestra más grande guía cuando el camino se torne desenfocado.
A través de acciones, demostremos el amor que sentimos por alguien y no demos por hecho que la otra persona ya lo sabe. Pequeñas acciones como preguntar si ya llegó a casa, si ya cenó, cómo se siente y hacer lo necesario para que esa persona se sienta bien, son cosas que develan el amor que alguien puede sentir por ti.
Es el presente que debemos empeñarnos en que la persona que amamos, reciba nuestro amor de la manera que es debida, porque en el futuro, si lo hemos descuidado ahora, ya no necesitará de nuestra presencia y nuestro supuesto afecto, porque habrá conseguido a otra persona que sí supo cómo demostrarle que le amaba.