Las decisiones que se toman en la vida son determinantes para proyectarse a futuro, y más aún si éstas se toman dentro de una relación, pues en todas las decisiones que se tomen ambos deben discutirlas primero para luego estar de acuerdo, y aún más si es algo que traerá un beneficio en común.
Hay que tener en cuenta que las decisiones no se toman a la ligera, y más si estas son determinantes en una relación, donde ambos se encuentren sometidos a una tensión generada por proyectos individuales que no convergen con los del otro, pues esto tarde o temprano traerá problemas que en la mayoría de los casos resultan irremediables.
Sin embargo, a pesar de las múltiples diferencias que pueda haber en una relación de pareja, es posible buscar esos puntos de coincidencia y con el aporte de ambas partes, se puede lograr crear un camino que pueda ser recorrido por ambos, sin que represente un sacrificio para alguno, sino por el contrario, seleccionando aquellas opciones en las cuales el amor pueda reposar sin incertidumbres.
Es cierto que es importante vivir el presente, de hecho, es lo único real que se tiene, pero a veces es necesario entender que, si no se toman algunas medidas o decisiones con antelación, cualquier relación, que está sujeta a condiciones individuales y externas, puede quebrarse por no estar preparada.
A veces nos topamos con personas que nos quieren, pero quizás no lo suficiente para apostar por nosotros y debemos determinar los límites a los cuales llegaremos en nombre del amor. Esto lo podemos notar cuando:
- No hay ninguna iniciativa para estar juntos, pues la actitud más común es la evasiva.
- Se ve más interés en el otro en satisfacer a otras personas, antes que a nosotros.
- Es más, las dudas e incertidumbres que la seguridad que se transmite.
- El amor y el compromiso solo se dicen y no se demuestran.
- Solo se aportan excusas a los planteamientos que intentan unir.
- El miedo a crear algo juntos, es superior al amor que se dice tener.
- Los intereses propios están siempre por encima de los mutuos.
- Se siente una lucha de poderes, en lugar de una construcción común.
- Los proyectos del otro, aun siendo vagos y sin sustento, son más valiosos que los nuestros.
Éstas son algunas de las demostraciones que hallaremos en quien no necesariamente quiere compartir un proyecto de vida con nosotros. Sin embargo, no debemos sentirnos mal en ninguna de las dos posiciones.
Si se está del lado de quien está tratando de desafiar al destino, e invertimos mucho tiempo y energía para darle cabida al amor, eso solo nos dejará en todo caso una sensación de haber hecho y dado todo lo que estuvo a nuestro alcance. Nadie pierde por dar amor. Superemos la frustración y comenzaremos de nuevo.
Pero, si se está del otro lado, pues nadie debe obligarnos a hacer algo de lo cual no nos sintamos convencido. Solo hay que tener valor y tomar decisiones trascendentales, pues si no pensamos en contribuir, lo mejor es sincerarnos y permitirle a quien sin duda tiene mayor interés en encontrar puntos de convergencia, trazar un camino con alguien más.