La confianza es algo difícil de construir en las relaciones es por eso que es un valor muy preciado.Sin embargo hay para quienes no le dan importancia y las destruyen en segundos haciéndonos perder la confianza en las personas.
Al final las mentiras se descubren
De todas maneras, el hecho de que todo caiga por su propio peso no quiere decir que el golpe no vaya a resultar aparatoso y doloroso. De hecho, lo normal es que ocurra precisamente lo contrario y que la mentira y la traición supongan un antes y un después en nuestra vida.
La responsabilidad en la traición
Aunque la persona que mienta siempre buscará otros culpables que no sea él, la verdad es que la culpa no es de quien confía sino de quien miente. Nunca deberíamos sentirnos culpables de que nos engañen, lo que si sería un error es no aprender de ello y aprender a identificar ciertas actitudes y personas que tienen esa mala costumbre.
¿Cómo vamos a ser nosotros responsables de lo que hagan los demás? Es una locura.
Ni somos adivinos ni somos infalibles. Además, los demás tampoco son perfectos y en algunos casos tenemos que plantearnos que las buenas personas también cometen errores, por lo que también hay que estar abiertos a perdonar.
La herida emocional de la traición
Duele cuando las personas que más queremos son ingratas o nos traicionan. Cuando esto ocurre comienzan a actuar la rabia, la impotencia y la ira, haciendo que perdamos los papeles.
Por increíble que parezca, esta reacción es bastante común cuando la “herida emocional” está abierta e infectada. De la misma forma, tampoco porque nos la hayan jugado tenemos que vestir con una armadura ante todas las personas que nos rodean. Basta con que nos protejamos contra el traidor.
Cómo superar la mentira, la traición y el engaño
La seguridad, la franqueza, la honestidad y la lealtad en nuestras relaciones son un pilar básico para mantener nuestro crecimiento. Sin embargo, las dudas, el recelo y la falsedad solo nos hacen daño, nos queman y nos envenenan.
Asimismo, si bien la desconfianza clava profundas espinas en nuestro interior, todos podemos superarlo. Es normal que ante estas situaciones crezca la duda y con ella el recelo, pero esto no debe constituir una oportunidad para desconfiar de los demás.
Fuente: La mente es maravillosa