Un estudio publicado por el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Atlanta, señala que los hombres de baja estatura son más agresivos que los altos.

Con el objetivo de comprender y finalmente prevenir las lesiones causadas por comportamientos asociados con la masculinidad, este centro de salud estudió la influencia del estrés por discrepancia masculina y el estrés que se produce cuando los hombres perciben que no están a la altura de las normas de género tradicionales.
Y la propensión que tienen a participar en comportamientos estereotípicamente masculinos, (desde el uso de sustancias, así como conductas de riesgo y violencia) como medio para demostrar su masculinidad.
De acuerdo con los datos recabados a partir de esta investigación, se concluyó que se genera estrés cuando los hombres tienen la sensación de no estar a la altura de dichas normas y estereotipos.
Es decir, al no sentirse capaces de hacer algo que cualquier hombre podría o debería poder hacer, de acuerdo con las normas que dicta la sociedad, sienten frustración y con eso, la necesidad o respuesta de agresión.
El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades reclutó a seiscientos (600) hombres estadounidenses a través del sitio que recopila datos online Mechanical Turk de Amazon. Todos ellos contestaron una encuesta que evalúa la percepción personal que tienen en cuanto a problemas de género.
Los análisis negativos apuntaron que uno de los efectos interactivos que les importaban era una falta de aceptación en el rol de género, y resultó que los hombres más bajos, con estrés tienden a ser agresivos, sobre todo, físicamente.
Es decir, los problemas de rol de género pueden dar como resultado factores de riesgo, como la violencia y las agresiones tanto físicas como verbales. Aunque claramente, para el desarrollo de estrés se requiere de otros factores, la altura no es el único factor que desencadena las respuestas violentas.
A través de este estudio se sugiere que la prevención del estrés causado por la falta de aceptación en los hombres, para de esta manera evitar actos de violencia que podrían tener consecuencias fatales y costos que involucran a los agresores, a las víctimas e incluso, al entorno social.

Estas conclusiones dan pie a relacionar una posible frustración y estrés causados por otro tipo de problemas de género.