Ellos juran conocernos a la perfección y, para ello, hacen juego de mil y un artimañas para intentar hacernos caer en sus garras. Pero no, estimados, realmente no nos conocen. Y si cada chica es un mundo, casi todas compartimos un secreto o manía en común, porque, total, somos mujeres, ¿no?
-Secreto #1: No nos afeitamos las piernas todos los días.
A excepción de fechas especiales, en las que vestiremos una prenda que nos hará lucir nuestras piernas o, mejor aún, esos días en los que hay acción en la cama, no solemos afeitarnos las piernas, lo cual suele ser un proceso bastante largo y laborioso.
–Secreto #2: Usamos el mismo Brassier por tiempo indefinido
Los hombres suelen imaginar que, día tras día, solemos cambiarnos el Brassier que utilizamos. Pues no, a excepción de fechas especiales que ameriten utilizar un Brassier especial, usamos el mismo hasta que el olor nos obligue a cambiarlo.
–Secreto #3: Nos fascina eructar, roncar y tirarnos pedos.
Pese a esa visión popular de que las mujeres son delicadas y dulces, tenemos que responder con la cruda realidad. Y es que también somos seres humanos, es decir, tenemos necesidades fisiológicas fundamentales y no podemos vivir sin ellas. Cuando los hombres no nos ven, las chicas solemos eructar con facilidad, tirarnos pedos hediondos y roncar como el peor de los chicos.
-Secreto #4: También nos gusta el sexo casual, salvaje y rudo.
Contrario a lo que muchos piensan y algunas puedan admitir, sí nos fascina el sexo sin compromiso y sin ataduras. Si bien las convenciones sociales nos obligan a mantener una máscara en lo que son nuestras preferencias sexuales, la verdad es que por debajo de esa imagen siempre estamos en la búsqueda de una pareja casual que nos haga vivir las experiencias más rudas y salvajes.
-Secreto #5: En ese vestido entramos, ¡Como sea!
Es común entre nosotras que, cuando estamos un poco rellenitas o subidas de talla para cierto vestido, forcemos dicha prenda para entrar en nuestro cuerpo como sea. Sí, así como lo lees. Incluso, algunas féminas son capaces de no respirar por casi toda la noche con tal de que su vestido soñado pueda entrarle y fijarse a la perfección.