Déjalas ir a todas, no hacen nada bueno dentro de ti. Afuera es su lugar, para que enfrenten al sol y se evaporen. Las lágrimas deben secarse fuera, no adentro.
Acumular emociones, enferma. No lo digo de manera metafórica. Está demostrado que aguantar las ganas de llorar y reír, genera un alto nivel de estrés, deteriorando la salud mental y física. Por ello, ríe tanto como puedas, hasta que te duelan las mejillas y el estómago, y llora cada vez que lo necesites, porque desahogarse no es un pecado.
Llorar y reír, son dos reflejos con exactamente la misma finalidad, expresar una emoción. Por alguna razón, existe un tabú con el asunto de llorar, sobre todo entre los hombres. Es como si hacerlo, fuera un acto de debilidad, y no. Llorar es tan natural como la risa, simplemente que hemos crecido en un entorno donde te dicen “Si lloras, te pego de nuevo”, “Si lloras, eres niña”, “Si lloras, no te doy tal cosa”.
El castigo por llorar es una de las peores distorsiones del concepto de las emociones que le podemos dar a los niños. Se entiende que los “berrinches” o pataletas por malcriadez, vengan acompañada de unas lágrimas, y solo ese caso, los padres si deben castigar y corregir a sus hijos.
Llorar por el dolor verdadero, te ayuda a liberar los lazos que se añudan en tu pecho. Hazlo sola o acompañada, pero no te cohíbas de soltar la rabia o la tristeza a través de tus ojos.
Al mismo tiempo, no haces nada aguantando la risa, queriendo aparentar ser rudo ante los demás. La risa es un lenguaje universal que enamora, no nos prives de ella y mantén tu sentido del humor vivo, eso es lo único que te podrá ayudar a mantenerte de pie, cuando llorar no sea suficiente.