Seguro que conoces a una de esas parejas que parecen inseparables. Van juntos a todas partes y si no están cerca se llaman, se avisan…. Da igual que no parezcan especialmente felices. O que intenten romper. Siempre vuelven. Parece que no pudieran vivir una persona sin la otra, como en el conocido «ni contigo ni si ti». A veces, es cierto. No pueden vivir sin ella. Literalmente.
Hay ocasiones en las que algunas parejas llevan su relación a un extremo en el que parece más importante el tener (estar, controlar, dirigir) a la otra persona que la propia dignidad.
Más allá de interpretaciones psicológicas que no vienen al caso sobre si la dependencia emocional es una enfermedad o es un síntoma, o sobre si es producto de un trauma o de una baja autoestima, es importante que aprendamos a reconocerla para poder distinguir a tiempo el apego y la relación normal entre dos personas que se aman y comparten su vida y una dependencia que devalúa a la pareja y a cada una de las personas que la forman.
¿Qué es una persona dependiente emocionalmente?
Es lo más parecido a una persona con una adicción: alguien que vive su felicidad a través de otra persona. La dependencia emocional puede ser a la pareja, a los hijos, a los padres o hermanos, a una amiga o amigo.
Se puede depender emocionalmente del amor. Es decir, de la “idea” del amor romántico que tiene que durar para siempre o no es amor.

- Son muy desapegadas o excesivamente amorosas, oscilando en uno u otro extremo según su estado de ánimo.
- Siempre tienen una excusa para no salir o volver a la relación.
- Les encanta dirigir la vida de los demás y decir lo que tienen que hacer pero raramente toman decisiones por sí mismas, y depositan la responsabilidad en la persona de la que dependen.
- Son perfeccionistas, inseguras (aunque no lo demuestren), controladoras y manipuladoras.
- Se preocupan de los problemas de los demás de la mañana a la noche, pero no toman las riendas de los propios.
- Son personas sobreprotectoras hasta el punto de agobiar a quienes están cerca de ellas.
- Si se interesan por extremo en el sexo lo realizan de forma mecánica; si no, se desentienden absolutamente de él.
Ejemplos de relaciones de dependencia emocional
Madres o padres que utilizan a sus hijos para llenar un vacío emocional del que les intentan hacer sentir culpables.
Personas que empiezan relación tras relación sin comprometerse nunca.
Parejas enfermas de celos o torturadas pensando en el abandono de los seres queridos, o que cometen infidelidades que se perdonan sistemáticamente.

Cómo cambiar hacia una relación no-dependiente
- Hay que reconocer la dependencia emocional sin culpar a la otra persona ni culpabilizarse a sí misma.
- Hay que aprender a responsabilizarse de los propios y tomar decisiones.
- Dar a los demás la libertad de ser como son.
- Tomarse la libertad de ser como se es, sin necesidad de alcanzar la perfección.
- Abandonar los pensamientos sobre el pasado y vivir el aquí y ahora.
- Cuidarse emocional, económica, espiritual, profesional y físicamente, sin remordimientos por “quitar” ese tiempo a los demás.
- Permitirse pedir ayuda profesional si no se cree capaz de romper la dependencia sin ayuda.
Este tipo de relaciones de dependencia no dejan de serlo por sí mismas. No mejoran al pasar el tiempo, ni al irse los hijos del hogar, ni al cambiar a una casa más grande o un barrio mejor.
Estas relaciones siempre van a peor…
Vía: Imujer