A medida que vamos creciendo dentro del vientre materno, vamos captando las señales difusas del entorno. Una vez que nacemos, seguimos obteniendo millones de datos acerca de lo que ocurre dentro de nosotros y a nuestro alrededor, y dependiendo de si somos hombres o mujeres y de dónde provengamos, nos enseñarán, a veces de manera inconsciente, actitudes, pensamientos y formas de ser compatibles con el género que la cultura circundante nos asigna.
En el caso de nosotras y en este lado del mundo, somos vulnerables a crecer bajo los influjos de un concepto de feminidad que está más orientado a lucir de determinada manera más que a ser como tal: cuando nos piden que seamos más femeninas, acudimos al maquillaje, al vestido, a los tacones, a decorarnos para ser objeto de admiración para alguien más. Pensamos en retoques quirúrgicos para vernos más estilizadas, con más curvas, menos flácidas, y dejamos a un lado la esencia de lo que somos.
¿Y de qué va eso de la feminidad, entonces?
Esta es una pregunta que no sólo tú te haces: todas nos la hacemos en algún momento de nuestra vida. Habrá quienes te digan características de alguien sumisa, otras te dirán que tiene que ver con casarse y/o ser madre, y algunas más confesarán no tener la más mínima idea del terreno en que se están moviendo.
La verdad es que hay tantas formas de verlo como personas pueblan este mundo; sin embargo, ser femeninas no se reduce sólo a eso: es algo que llevas dentro desde antes de nacer, y lo exudas por cada poro de tu piel aún sin planearlo. Es uno de los mayores regalos con los que se puede vivir, pues incluye el don de incubar la vida, del amor incondicional, de una fiereza tal que no termina sino derritiendo el corazón de todo aquel que se le atraviese.
Es ondear la bandera de la libertad y la lucha contra la opresión que hemos recibido, romper con eso de que el hombre es el que debe tomar siempre la iniciativa y tomar nosotras el toro por los cuernos. Es poder trasmitir esa fuerza que nos caracteriza aún sin portar siquiera una sola gota de maquillaje.
Todo lo que somos ahora es resultado del tiempo y del esfuerzo que se ha mantenido para emancipar a la mujer, sin ir en detrimento del hombre: simplemente ahora somos más lindas y libres porque nos dimos cuenta de que no necesitábamos depender de nadie para subsistir, de que también podemos ser grandes científicas e incluso escoger entre un par de vaqueros y una falda sin tener que pedir permiso ni ser mal vistas.
Ya has visto en internet una nueva ola de chicas que trascienden los cánones tradicionales de belleza: sin maquillaje, tatuadas, gorditas, gamers… todas y cada una de ellas son mujeres que viven su feminidad a su manera, y eso se ve en el efecto que causan en la sociedad. Así que ahora te invito a que emprendas la vía al encuentro de tu forma particular de ser mujer, y verás que los demás notarán la diferencia.