“Hasta que no hayas amado a un animal,
una parte de tu alma permanecerá dormida”.
No todos van a entender esta frase, porque no todos son amantes de los perros. Pero quienes gozan de la compañía de una mascota, han sentido el amor incondicional que ellos brindan, ese amor que incluso algunos humanos, no saben dar.
El cariño que se recibe de ellos es único e intenso. Son familia y son como hijos que desearíamos que vivieses para siempre. No podemos asegurar con certeza si poseen algún tipo de inteligencia como la del ser humano, pero sí que poseen emociones y tienen una gran capacidad de recordar nuestras propias costumbres, como la hora de llegada a casa, el momento de la cena y la hora de dormir.
Ellos saben interpretar miradas incluso mejor que la manera en que los hombres interpretan emociones de las mujeres. No solo nos divierten, su compañía incondicional nos brinda un enorme amor que los hace únicos, especiales e imprescindibles. Incluso, con sus características formas de ser territoriales, no hay nada más tierno que una mirada de un cachorro cuando quiere recibir cariño.
Lo único que debemos es tener un poquito de disciplina para no malcriar a nuestros hijos de 4 patas. Evitar darle comida durante nuestra cena, no golpearlo por hacer cosas que hacen por naturaleza, llevarlo a pasear al menos 45 minutos al día para que estire sus patas y permitirle hacer lo que quiera mientras no sea algo malo. Y recuerda, solo nosotros sabemos lo que ellos hacen mal o bien, porque ellos no están conscientes de ello.
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Finalmente, recuerda que los perros brindan una riqueza emocional enorme. Su compañía siempre vendrá bien en nuestros momentos más difíciles y serán dignos de compartir también, nuestros momentos de mayor alegría. No los excluyas de tus relaciones, ellos serán el primer hijo que tendrás con tu pareja.