Tiempo, me hablaron de ti y me dijeron que lo curabas todo, que eras el maestro en sanar heridas y que, con tu paso, te llevabas todo eso que dolía y atormentaba a la mente y el corazón. No quiero desafiarte, pues te respeto, pero creo que merezco una respuesta y saber qué pasó contigo.
Quisiera saber por qué tardas tanto, qué te ha atrasado y qué he hecho yo para que no cures mis heridas. Tiempo, no sé si es que te tomas mi dolor como un juego, pero desde hace unos años te espero, impacientemente, pues no hay forma tranquila de aguardar con un dolor en el pecho que te carcome el corazón y las entrañas.
Por eso, Tiempo, te pregunto ¿Cuánto más piensas tardar en sanarme? ¿O acaso pasaste de largo y te olvidaste de mí? A veces creo que eres pretencioso y que velas por los intereses de aquellos que te caen bien, de los fuertes solamente y de los que decidieron tomar al toro por los cuernos.
Pero es que, me dijeron tanto que tú lo curabas todo, que simplemente me senté a esperar a ver como mis heridas se cerraban dejando una marquita donde antes hubo amor, simplemente como un recuerdo para que no cometiese el mismo error.
Aún así, aún cuando no te pedí que te apresurases, parece que me ignoraste, porque con todo el Tiempo del mundo, aún no he sentido que mi pecho se cierre, aún me sigue doliendo, y aún sigo esperando por ti y tu supuesta magia curativa… Entonces, Tiempo ¿Cuándo será mi turno de sanar?