Nadie tiene una bola mágica para predecir el futuro y saber si encontrarás el amor de tu vida
Todo este tiempo has esperado encontrar a “esa persona especial” o a alguien que encaje al menos un poco contigo y con quien puedas estar lo que te queda de vida. Y aunque no eres tan ingenuo como los demás y no crees en eso de las almas gemelas; aún así esperas encontrar a alguien que vaya un poco más allá de un simple gusto; alguien a quién abrazar al final de un día largo, quien te cuide cuando te enfermes y que cada noche después del trabajo escuche tus historias. Todos tenemos esa esperanza, todos somos personas.
La búsqueda del amor tiene una característica especial y es que influye en nosotros constantemente. El amor está en el primer plano de nuestras acciones, incluso si en nuestra mente todo está dibujado de otra manera. El amor es la razón por la que fuiste al BBQ con tus amigos aunque en realidad no querías, es la razón de tus miedos e inseguridades con respecto al futuro, pero también es lo que te inspira a hacer grandes cambios.
Entonces, si supieras con plena y absoluta certeza que el amor nunca tocará a tu puerta ¿con qué ojos verías el resto de tu vida? ¿cambiarías algo en tu día a día o quizá tus planes a futuro?
Tu primera reacción sería algo así como “bueno, pues qué más da”. Al fin de cuentas eres una persona inteligente y tienes planes que no dependen de la influencia de nadie. Todos pensamos igual, pero date la oportunidad de reflexionar por algunos instantes, y es que hay algo con respecto al amor que no queremos admitir: es como una muleta que usamos todo el tiempo; la idea de que vamos a encontrar a alguien que va a aceptar y amar (o al menos aceptar) todos nuestros defectos es una razón para no esforzarse en mejorar lo que falla. El principio de las dos mitades de la naranja nos dificulta cada vez más ser una buena mitad.
Si supieras que el amor no será una opción para tí ¿qué cambiarías algo para lo que te queda de vida? ¿te enfocarías acaso en tu carrera o en tener éxito? ¿o quizá invertirías en tí, irías de vacaciones más seguido y saldrías de tu zona de confort?.
Te hago esas preguntas porque tiendo a pensar que la perspectiva de no encontrar el amor de la vida sería más bien un punto de inflexión. Mirar desde otro ángulo lo que inicialmente consideramos algo malo puede al fin de cuentas, liberarnos. Al no tener miedo de morir solo se abren ante nuestros ojos posibilidades sin precedentes; ahora podemos intentar vivir en cada continente, o tener una carrera espectacular; podríamos volver a la universidad y obtener al fin el título que siempre habíamos querido sin tener que preocuparnos por la carga financiera que puede recaer sobre los hombros de la otra persona. El amor ejerce sobre nosotros una presión muy sutil pero constante y en algunas ocasiones ni siquiera lo entendemos. Quizá su ausencia puede ser el pago por disfrutar de la libertad absoluta.
Porque cuando no necesitamos buscar el verdadero amor entendemos al fin que también tenemos derecho a amarnos a nosotros mismos, que podemos vivir y desarrollarnos, retarnos, mimarnos y subir tan alto como un rascacielos al ser cada día más capaces; entonces encontraremos en nosotros mismos lo que inicialmente buscábamos en otro.
Hay algo que debemos dejar de hacer y es esperar el momento en que alguien venga y cambie nuestra vida; sé esa persona que esperabas, vive cada día como si estuvieras enamorado de ti mismo porque hay algo que sabes con certeza y es que serás tú y nadie más quien sobrelleve cada triunfo, cada derrota, cada miedo y cada victoria. Serás tú quien te de la mano cuando caigas y serás tú esa persona que sufra los arañazos cuando las fuerzas se acaben.
Por eso es mejor dejar de buscar a “esa persona especial” y ser para sí mismo ambas mitades de la naranja.
Fuente: Genial