Que hablen de la carne y los huesos aquellos que no pudieron tocarte el corazón.
Aquellos que les pesó el orgullo por llevarte el desayuno a la cama.
Que hablen de piel, busto y estrías.
Que hablen de rasguños y mordidas.
Que hablen de eso, aquellos que no tuvieron la valentía de pedir que te quedases en la cama, 5 minutos más con un beso, una mirada y devuelta a estar debajo de la cobija, para olvidarse así, que afuera había responsabilidades que querían acabar con el mejor de los momentos a tu lado.
Yo te hablo de hacerte el amor, de entrar hasta tu piel hasta llegar a los más profundo de tu ser.
De decirte cosas sustentadas en acciones que, el día de mañana, verás enamorada pues no creíste que serían ciertas.
Yo te hablo de acariciarte las neuronas, porque quiero que tengas las mejores sensaciones motivadoras en tu cerebro mientras piensas en la manera en que, eso de lo que hablan los banales, ese formar superficial de tener intimidad; cobrará un propósito más allá de satisfacer el deseo y la necesidad de responder a nuestra parte más primitiva, porque sabrás, que al hacerlo conmigo, no solo entregarás la carne, sino que deseosa de tacto, pondrás tu corazón en bandeja de plata.
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4 Rasgos de una persona altamente manipuladora.
Que te hablen de abrir piernas los básicos y cortos de mente. Esos que no tienen la capacidad de hacerte sentir plena solo con las palabras donde hablas de un futuro juntos, un porvenir duradero y un amor real.
Que te hablen de encuentros casuales los que aún no conocen la forma de hacerte el amor.
Que te hablen de tu cuerpo los que no conocen tu personalidad.
Que te hablen de coger los que no pueden llevarte a la cama.
Yo, prefiero hablarte de cómo mañana despertaré sin ganas de levantarme de tu lado.
Te hablaré de que no quiero tener la necesidad de pedir que te quedes.
Te hablaré de lo bien que se siente sustituir un beso por un te amo y viceversa.
Te hablaré, en definitiva, de cuánto amo hacerte el amor.