Primero que nada, hay que analizar los tipos de amor, no los aristotélicos, sino los básicos del ser humano hacia otra persona con la que tiene una relación de pareja.
El amor primitivo y el amor constructivos, son los que pueden definir por qué un hombre deja de amarte.
Cuando hay un amor primitivo, tenemos un amor por necesidad. Es decir, la persona que tenemos a nuestro lado, la necesitamos, sentimos que no podemos vivir sin él y, en consecuencia, esa persona nos entregará su vida para corresponderle a tu amor.
Es parecido al amor que sienten los bebes, es algo instintivo que busca satisfacer la necesidad de compañía.
Pero, cuando ese hombre deja de darte eso que tú necesitas, ese amor desaparece.
No solo la necesidad de compañía es lo que identifica a los amores primitivos. Podemos tener la necesidad de simplemente compartir la cama, el dinero o algo aún más banal.
Si nuestro amor es primitivo, en el momento que dejemos de recibir eso que necesitamos de esa persona o, incluso cuando ya nos han satisfecho lo suficiente, podemos dejar de amar, pero, al alejarnos y sentir que nos hace falta de nuevo eso que nos daba ¿Volvemos por amor o por lo que necesitábamos de esa persona?
El amor constructivo es mucho más sano:
Hay una enorme diferencia con el amor constructivo. Este se construye a partir del placer y la decisión.
Ya estamos completos, no necesitamos nada del otro, pero, aún así, la compañía de la otra persona nos resulta importante y decidimos compartir nuestra vida con él o ella.
Si esa persona deja de satisfacer ciertas cosas que nos daba, el amor puede prevalecer mucho tiempo más, pues estamos con esa persona, no por necesidad de lo que nos daba, sino porque si mera compañía y existencia, es suficiente para nosotros.
A su vez, si esa persona decide irse, puede dolernos, pero al mismo tiempo, nos recuperaremos más fácil, pues reconocemos que, con el cierre de ese ciclo, uno nuevo inicia.
Ese ciclo es el de amarnos a nosotros, atendernos a nosotros y consentirnos solo a nosotros e, incluso, este puede volverse romántico y hasta enamorarnos, haciéndonos fan de nuestra soltería y valorándonos aún más.
A medida que otro ciclo se abre, en el cual podamos compartir de nuevo la vida con alguien más, el de nosotros se cierra, pero todo lo aprendido, todo lo que hemos logrado valorarnos, permanece ahí, intacto para cuando decidamos volver, pues es un amor propio, algo que nadie podrá quitarnos y estará ahí para siempre.