Suplicar es el acto más bajo que podemos cometer. Dicho acto atenta contra nuestra dignidad y amor propio, y refleja una profunda falta de valor hacia nosotros mismos.
No existe nada lo suficientemente bueno como para merecer nuestra súplica, ni lo suficientemente malo, para no merecer nuestro respeto. Las suplicas son un acto de degradación humana que dejan por el piso el valor de cualquier persona.
Nunca suplique el amor ni el perdón de nadie. Porque si un amor es realmente para usted, este vendrá sin ser llamado, y si un perdón es merecido, este se le dará como es debido.
Las súplicas son una forma insistente e inútil de rogar que algo que ya se fue, se quede. Aprendamos a mirar al frente y valorar aquello que desconocemos, los nuevos caminos y las nuevas oportunidades, porque es ahí donde nuestra atención y dignidad, deben dirigirse.
No pierdas el tiempo poniendo tu amor propio por el piso por algo que no será tuyo. Ten honradez e invierte tu tiempo en nuevas posibilidades, personas y experiencias que no te hagan humillarte para formar parte de tu vida.