Digamos que no todos los hombres son buenos, pero tampoco todos son malos. Sin embargo, con el tiempo me he dado cuenta de que la única persona que no puede defraudarme o decepcionarme soy yo misma, y que si tengo que esperar algo de alguien, será de solamente de mí.
Desde hace un tiempo he decidido apostar todo por mi soltería y vivir plenamente las maravillas que nos da la vida, sin tener ningún tipo de estrés, ni presiones y mucho menos conflictos.
La verdad es que hoy en día es muy difícil encontrar un buen hombre, y por lo general, un amor que valgan la pena. Como dice el dicho más vale estar sola que mal acompañada y eso con el tiempo lo he podido confirmar.
Al final, cuando alguien es para ti es para ti. Si se da el momento en el que llegue el hombre indicado, efectivamente lo recibiré con los brazos abiertos, mientras tanto yo prefiero a dedicarme tiempo a mí y a ser feliz sin complicarme tanto la vida.
Yo amo mi soltería, ¿Por qué razón? Sencillamente porque es producto de la decisión que tome al amarme y quererme como me lo merezco, no de conformarme con migajas de un hombre que no me ame de verdad. He aprendido que primero debo ser YO, que debo respectarme y darme mi lugar, porque si yo no lo hago nadie más lo hará.
Puede que mis palabras parezcan un poco ásperas, pero tú y yo sabemos que es la verdad. En este mundo donde los hombres buenos no se encuentran y las mujeres ingenuas abundan, no se puede dar el lujo de ofrecerle privilegios a quienes no hacen nada para merecerlo.
Simplemente soy una preciosa perla, y las perlas no les sonrojamos a los cerdos, así de sencillo.
Estar alejada me ha ayudado para aprender a diferenciar a los hombres buenos de los que no lo son, y es por eso que cuando llegue el momento de cruzar mi camino con el de un caballero que merezca mi compañía y yo la suya, tendré la confianza de poderlo intentar sin ningún tipo de miedo.
Ya no me conformo con “que cualquier cosa resulta buena” o “con cualquier cosa con tal de no estar sola”, ya que he logrado comprender que los amores descuidados terminan tan pronto como se inician y que las heridas que dejan son demasiado difíciles de curar.