¿Por qué la imaginación puede hacernos más daño que los hechos?

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Es normal que, a través de cualquier situación o circunstancia, nuestra mente vuele y nos lleve mucho más allá de lo que realmente pueda suceder. Pues, en realidad, ese es trabajo de la mente, idealizar, fantasear y crear escenarios inimaginables, soñar, y siempre estar en un constate trabajo, la mente nunca para.

Y es que resulta muy sencillo y nada difícil de hacer, hacernos ideas muchas veces errónea de lo que pasa, llevar todo al extremo y hasta complicar situaciones muy sencillas, exagerar es nada del otro mundo la verdad.

Es verdad que a veces dibujamos en nuestras mentes momentos peculiares, donde casi siempre existe otro involucrado. Nos imaginamos un mundo maravilloso y lleno de fantasías, y sin querer empezamos a vivir de eso y no de ninguna otra cosa.

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Memorizamos cada escena peligrosa registrada en nuestra memoria, cada detalle y momento hasta hacerlo completamente perfecto.

Pero, primeramente, esta perfección no existe y todo lo que pensamos no es más que un momento ficticio, un teatro, una telenovela de amor y desamor que más que alegrarnos, nos llena de desesperación, justamente es todo eso que imaginamos lo que causa más daño en nuestro interior, más de lo que realmente es llevado a cabo.

Hacen más daño esas creencias falsas, esas ilusiones que, aunque nos mantienen vivo el corazón nos llenas de falsas esperanzas.

Aun así, no terminamos de entender la lección, ahí vamos fabricando continuamente un mundo lleno perfección, un cuento lleno de ficción en donde todo es a nuestra conveniencia, muchos corazones como si todo fuese solamente eso a nuestro alrededor.

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Debemos de deshacernos de esos pensamientos de una vez por todas y caer en la realidad por muy cruel que esta pueda ser, porque, aunque nos encante vivir en una nube llena de colores, la caída es mucho peor.

Es mejor vivir con la realidad a cuestas que fabricar un mundo donde más nadie puede vivir, dejar los sueños solo para nosotros y nuestras metas en vez de andar pensando todo el día en cómo sería vivir con alguien más el resto de nuestras vidas, aunque este nos haga poco caso.