Cada relación es una fuente enorme de sabiduría, aprendizaje y experiencias. Todo ello nutre nuestro yo interno y el de la otra persona. Las relaciones nos enseñan cuáles pueden ser los verdaderos motivos de sufrimiento en cada una de ellas. La desesperanza toma un rostro y se nos presenta y, también, la confianza, el poder de perdonar y el amor en sí mismo.
Una relación es una maestra cruel o cariñosa. Solo debemos estar dispuestos a aprender de ella, sea cual sea su actitud.
Tener una relación con otra persona, nos pone en evidencia una parte de nosotros que quizá fue totalmente desconocida. Cuando existe un vínculo muy fuerte y cálido, las experiencias se ponen muchas más intensas, nos hacemos vulnerables y reconocemos nuevos miedos dentro de nosotros.
Mientras estemos realmente dispuestos a aprender de todo, de las risas, las lágrimas, el odio, la rabia, la desesperanza, las enormes alegrías, las confianzas y más, si estamos dispuestos a usarlo para beneficio propio, podremos ser grandes amantes para nuestros futuros amores.
Mirar de frente nuestras debilidades, nos enseña en cuáles aspectos de nuestra personalidad debemos hacer hincapié para crecer como personas. Al mismo tiempo, reconocer nuestras fortalezas, nos ayuda a aferrarnos a ellas cuando todo va mal y podemos potencializarlas en pro de la inteligencia emocional.
Finalmente, cada relación es un libro que debemos leer con gran detenimiento, analizarlo, y prepararnos para devorar otro libro si este que tenemos en nuestras manos, llega a su fin. Algunos libros, duran para siempre y suelen y deben ser, los más hermosos de todos.