Cualquier cosa que nos pasa en esta vida nos genera algo. Sean emociones, sentimientos, pensamientos, nada nos parecerá totalmente neutral, y más cuando la gama de reacciones que podemos llegar a experimentar es tan amplia…
Y es que todo lo que llegamos a sentir no es que sea bueno o malo sino que simplemente está en posibilidad de suceder de acuerdo con las circunstancias. Si bien lo natural del amor es que genere más amor, a veces no es así. A veces sólo obtenemos indiferencia a cambio.
Cuando amamos, lo que queremos es que esa persona nos tenga siempre presentes, pero cuando entendemos que no es posible que nos correspondan, caemos en la desesperación de querer ser parte de su vida, y es entonces cuando, aunque no se vea muy agradable, el odio aparece como opción.
Y no porque quieres que él te haga daño o te destruya sino que anhelas que él te recuerde, te tenga presente así sea con pensamientos negativos, y es que el odio termina pareciéndose al amor en que en ambos está implicado el hecho de pensar demasiado en una misma persona, sea amada u odiada…
También se parecen en que ambos son sumamente intensos, responden a algo visceral y pueden causar daño a otros si no se saben manejar. No es tan descabellado entonces eso de “del amor al odio hay un solo paso, y viceversa”.
Es así que no importa el costo de que él te lleve consigo: lo importante es que lo haga, pues así podrás estar más cerca de su corazón pues, a fin de cuentas, la distancia es corta hacia lo que realmente deseas…