A mí, tus buenos días, me hacen levantarme con ánimo.
El hecho de que sepas cómo me gusta el café, me hace quererte un poquito más cada día.
Y es que, no hay nada mejor que te consientan por la mañana, que te lleven el desayuno a la cama, que te despierten con un beso y que te digan “te amo” primero que “buenos días”.
Pero, aunque hoy preferiste seguir durmiendo, me dio gusto despertar y tenerte ahí a mi lado. Para mí, eso vale más que mil tazas de café, mil besos y una buena cantidad de “te amos”.
Porque tu compañía es lo más gratificante que puedo tener, porque te amo desinteresadamente, y porque si pudiese no levantarme de la cama para trabajar, sería la persona más feliz del mundo por contemplarte por horas mientras sigues durmiendo.
Y es que, tú me haces ambicioso de tu presencia.
Reclamo a mis sueños cuando no te veo por ahí.
Y despierto de mala gana si sé que, al otro día, no estarás ahí, en mi cama para acompañarme en la pesada tarea de levantarme y seguir con la rutina.
Porque hasta el hecho de hacer el desayuno se vuelve entretenido, cuando sé que no lo preparo solamente para mí.
Porque siento que el café tiene un sabor más dulce y revitalizante, cuando te veo tomándolo conmigo.
Porque creo que el sexo por la mañana, es la mejor manera de darle continuidad a los besos que nos damos al despertar.
Por ello, hoy no quise levantarme de la cama, porque tú estabas acompañándome.
Porque al abrir los ojos, lo primero que veo es tu cara, libre de artificio y en su estado más natural.
Deseosa de seguir descansando de un largo día de trabajo anterior.
Y en paz total, porque sabes que, al despertar, tendrás tu café, tu desayuno y los “te amos” que siempre suelo darte al levantarte.