Siempre nos preguntamos si el amor tiene algún precio, si es necesario pagar, sacrificarnos todo por amor. Aunque no lo creas, sin querer queriendo ya estás pagando un precio con sólo enamorarte. Ya que, ese sentimiento hace que salga de tus cabales por la otra persona, eso sí, sin perder la dignidad.
Cuando nos encontramos enamorados llegamos a valorar un costo emocional, dedicándonos a disfrutarlo al máximo, especialmente si la persona de la cual estamos enamorados nos corresponde, ese sentimiento jamás tiene precio. Sin embargo, muchas veces nos enamoramos de los ideales, a veces no es amor, es una obsesión, un capricho. Las carencias afectivas propias o ajenas se pueden confundir con gran facilidad, pero muchas veces también nos podemos hacer daño consciente o inconscientemente.
El amor es un sentimiento tan hermoso, que no podemos calcularlo científicamente, es algo que viene del más allá. Cuando sentimos atracción por alguien, suponemos que existe algo interior que nos hace tener una percepción positiva de la persona a simple vista y puede ser que esa perspectiva positiva se mantenga en un futuro. El amor siempre abarca todo, a nivel psicológico, fisiológico, celular, espiritual, social y económico.
El amor hace que experimentemos la felicidad, que experimentemos lo que anhelamos y poder compartirlo con esa persona que tanto queremos., favoreciendo un gran aumento de energía positiva. Mayormente actuamos pensando en el ser querido de forma compulsiva, nos dejamos llevar mucho por ellos. Esa sensación de estar enamorado, de desear a alguien por encima de todas las cosas, también puede ocasionar un cierto estrés positivo al saber que está junto a nosotros.
Encontrarnos enamorados tiene grandes ventajas. Para empezar tenemos la posibilidad de compartir o tener a alguien con quien salir, de tener un futuro al lado de alguien que queremos, de formar una posible familia o incluso de tener un status social o económico mejor.
Sin embargo, estar en pareja puede ocasionar muchos gastos. Las salidas al cine, noche en un hotel, las vacaciones, ir a comer, los pequeños regalos, la ropa, los momentos de ocio, pero ante todo esto la idea es disfrutar de su presencia y gozar de los buenos momentos. Puede ser que sea una inversión, pero siempre es la que vale la pena.