Las personas manipuladoras sufren y hacen sufrir a los demás. Por su manera de ser, no es fácil ni sencillo convivir con ellas. Además, cuando están cerca, puede ser más difícil estar bien con uno mismo.
Hacer un boceto de su «modus operandi» es fácil, entender sus engranajes es una tarea, en grado, mucho más compleja. Quizás el primer aspecto que podemos mejorar en relación a este perfil sea nuestra capacidad para reconocerlo. De esta manera podremos ayudar a las personas que en primera instancia padecen su efecto y, de paso, protegernos.
1- Narcisismo
El narcisismo se caracteriza por un amor desmedido por uno mismo. Las personas con esta característica creen que son mejores que los demás. Este pensamiento se mantiene gracias a diferentes estrategias, como solo tener en cuenta aquellas comparaciones en las que las que salen beneficiados. Es como si de un vaso medio lleno o medio vacío, cortaran la parte vacía.
2- Maquiavelismo
El maquiavelismo es un rasgo de personalidad alude a una tendencia muy concreta: tratar a los demás como si fueran instrumentos o medios y no como fines. Que alguien no sufra puede ser un objetivo, pero siempre será un objetivo secundario si lo comparamos con la posibilidad de avanzar hacia las metas que se han marcado. Para ello, son habituales algunas estrategias, como la mentira o el chantaje emocional.
3- Necesidad de quedar por encima
Las personas manipuladoras no soportan que alguien destaque, salvo que sean ellas. Por eso, harán lo posible por ser siempre el centro de atención. Si es necesario, no dudarán en hacer sentir mal a la otra persona con tal de seguir siendo los que más destacan en un entorno social.
Así, por ejemplo, no es raro escuchar a uno de estos individuos criticando a los demás de forma sutil. A largo plazo, esto puede provocar inseguridades en las personas que tengan que interactuar con un controlador.
4- Envidia
Otra de las características más importantes de las personas manipuladoras es que no soportan que los demás tengan éxito allí donde ellos no lo han conseguido. Esto tiene que ver con la necesidad de quedar por encima; pero va un paso más allá.