Una de las grandes causantes de las rupturas amorosas, es el no reconocer cuando nos equivocamos. Entramos en una relación con aires de grandeza y orgullo, pretendiendo mantenerlos hasta que muramos, sin intenciones de ceder. Esto no es sano, porque no se inicia una relación con la mentalidad de competencia, sino de apoyo y convivencia.
Hay que reconocer nuestros fallos y errores, disculparse y, además, mejorar para que no vuelvan a ocurrir, porque una disculpa sin una mejora, es como una mesa sin patas.
Es un poco tosca esa comparativa, pero es la más acertada. Las disculpas pierden su esencia cuando no hay una intención de mejorar para evitar cometer los mismos errores. No podemos entrar a una relación, creyendo que seremos perfectos y nunca nos equivocaremos. Tampoco podemos pretender, que nuestra pareja no nos falle en algún momento, por lo cual, la tolerancia se vuelve parte indispensable, no solo para aceptar ciertos errores y defectos, sino para aceptar las disculpas que serán consecuencia del reconocimiento de estos.
Disculparse es una forma de asumir que podemos equivocarnos, eso, dicho de otra manera, es aceptar que somos seres humanos, propensos a fallos y defectos. Los que nos hace grandes, como personas, es que luego de disculparnos, hagamos un esfuerzo por aprender de nosotros mismos, para que, de esta manera, podamos ser la mejor versión de nosotros para la persona que nos ama.