La felicidad es un poco compleja de alcanzar cuando no dejamos de prestar atención a los comentarios de los demás. Tu felicidad no depende de la opinión ajena, cuando logras aceptar eso, deja de importarte los comentarios de las personas que realmente no aportan nada bueno al abrir su boca.
Con esto no quiero decir que debemos dejar de lado las críticas constructivas y los consejos que las personas que nos quieren nos dan para mejorar. Todo lo contrario, estos son las únicas opiniones y comentarios que debemos dejar entrar en nuestra vida, pues son las interrelaciones las que nos garantizan que tenemos un lugar donde reflejar el valor de nuestras acciones.
Uno alcanza la felicidad ignorando muchos comentarios, pero también la alcanzamos relacionándonos con esas personas a las que les importamos y nos dicen sin pelos en la lengua, aquello que estamos haciendo mal y en lo que podemos mejorar.
Aprendamos a identificar a las personas que solo nos lanzan críticas para destruir nuestra autoestima. Esos que no tienen una vida suficientemente interesante como para no enfocarse en sus propios asuntos.
La mayoría de aquellos que te critican, lo hacen solo con el fin de humillarte, y esa humillación que intentan alcanzar no es más que un reflejo de una profunda envidia o deseo por hacer aquello que tú sabes hacer mejor.
¿Quieres ser feliz? Pues pon oído sordo a las palabras necias y usa el tiempo que pudiste perder en escucharles en mejorar tú como persona, no por ello, sino exclusivamente por ti.