Las relaciones personales, siempre afectan de una manera u otra. Tienen un gran efecto en nuestra vida y nos marcan de manera tanto positivas, como negativas.
Cuando entregamos nuestro amor a una persona que no lo valoró, a menudo caemos en una tristeza y desolación que nos inunda y pensamos que no volveremos a amar de nuevo.
Nos atamos a personas, que no valen la pena y que no nos dejan nada positivo en la vida. Por este tipo de personas no debemos llorar. Una mujer debe soltar lágrimas de alegría, de satisfacción por un logro obtenido, pero nunca por alguien que no te valoro. Claro esto es fácil de aconsejar, pero un poco más difícil de asumir.
Reflejamos siempre lo que somos interiormente. Si tienes falta de estima y careces de amor propio, atraes personas negativas a tu vida y aceptas ser tratada como inferior. Nadie tiene el poder de hacerte sentir mal si tú no lo permites.
Si por el contrario, sabes muy bien de que estas hechas, eres valiente en aceptar tus fallas y aciertos y con base en ello buscas la excelencia, no lloraras nunca por ningún hombre.
El proceso de éxito está en tus manos, no debes dejarte arrastrar por algo o alguien que te hizo sentir mal. Déjalo ir, no te ates a procesos tóxicos y no caigas en manipulaciones. Tampoco te llenes con temores o rencores, eso no es positivo para nadie y es un obstáculo que te dejara avanzar.
Sana tus heridas de la mejor manera posible: agradeciendo los buenos momentos y también los malos, pues de ambos se aprenden. Despídete como solo una dama lo sabe hacer, con la frente en alto y con la gran convicción de que eres y serás siempre una triunfadora.
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