Cuando se termina una relación no solo sufre la persona que es “víctima” también sufre la persona que tomó la decisión de terminar, aunque no se vea muchas veces pero claro que quizá no sea con la misma intensidad, porque la persona que decidió hacerlo tuvo mucho tiempo para asimilar el hecho.
Es difícil para la persona tomar esa decisión porque porque además de darse cuenta de que la relación ya no da para más, debe evitar hacer daño a su pareja, más aún cuando todavía hay sentimientos de por medio. Debe a su vez soportar su dolor, más el dolor que está generando en quien hasta el momento ha sido su pareja.
Debe concluir cuándo los esfuerzos por mejorar o salvar la relación han sido suficientes. Probablemente haya tenido muchos momentos de análisis de la otra persona, de dudas, de miedos, de imaginarse escenarios, en donde se ve solo y esto muchas veces lo hace reflexionar y alargar la toma de decisión.
Decidir terminar una relación requiere de mucho valor, porque siempre habrá miedo a la soledad. Ciertamente el que decide terminar tiene cierto control sobre la situación, sin embargo, el proceso no resulta más sencillo para esta persona, también atraviesa un duelo. Debe afrontar la vida desde otra manera y debe salir de lo conocido (no necesariamente bueno), a algo diferente.También están los casos de relaciones en donde la persona que deja no ha tenido ningún tipo de conexión sentimental con la otra persona, que no ha apostado nada en la relación y sencillamente sale de ella sin ningún tipo de efectos o consecuencias negativas. Estos casos no son la mayoría, pero existen, por lo general para la otra persona no resulta sorpresiva la decisión.
En conclusión, quien termina una relación puede sufrir tanto o más que quien está al otro lado de la decisión.
Fuente: Mujer