Para aquellos que hoy solo viven en nuestros corazones.

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Aunque suene terrible decirlo, y quizás mucho más escucharlo, lo más seguro que hay en la vida es la muerte. Nuestro corazón está habituado a aspirar soplos de energía, de vitalidad, de recuerdos felices y alguna que otra decepción.

La muerte es un vacío en el corazón, una herida abierta en el día a día. Irrumpe de improvisto y sin derecho a despedidas; cuando en realidad, debería ser como una serena despedida en el andén de un tren. Ahí donde se permite una última conversación y un largo abrazo.

Cada uno de nosotros, dentro de nuestras particularidades, disponemos de unas estrategias que no serán más útiles que otras. No obstante, existen unas pautas esenciales.

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Pocas vivencias cómo perder a un ser querido despiertan en nosotros tanto sufrimiento emocional. Nos sentimos tan desbordados que lo más común es quedar paralizados. El mundo se obstina en seguir avanzando, cuando para nosotros, todo se ha detenido de forma abrupta.

Las pérdidas se conciben como instantes vitales donde se incluyen muchas más dimensiones a parte de la emocional. Hay sufrimiento físico, una desorientación cognitiva e incluso, una crisis de valores, en especial si seguimos algún tipo de filosofía o religión.

Nos ha tocado a nosotros, y como tal, hemos de asumirlo, y de algún modo «reconstruirnos». Este proceso, conlleva un duelo, que por lo general suele durar unos meses. Vivirlo es algo necesario, nunca olvidaremos al ser querido, pero aprenderemos a vivir con esa ausencia.

Fases más comunes del duelo:

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  1. Fase de negación: No podemos asumir lo ocurrido. Luchamos contra la realidad y la negamos.
  1. Fase de enfado, ira y rabia: Es muy común estar enfadados con todos y con todo, buscamos un por qué, una razón por la cual ha ocurrido esa pérdida. Es algo normal que puede durar algunos días o semanas.
  1. Fase de negociación: Esta etapa es vital para superar la pérdida. Tras la incomprensión llega un pequeño acercamiento a la realidad. Aceptamos ya hablar con otras personas e incluso con nosotros mismos. Lo vemos todo con un poco más de calma.
  1. Fase de dolor emocional: Imprescindible, catártica y esencial. Cada uno lo hará a su manera, hay quien encontrará alivio en las lágrimas, otros buscarán la soledad para ir soltando poco a poco. Es algo necesario.
  1. Fase de aceptación: Tras la rabia, tras ese primer acercamiento a la realidad y el posterior desahogo emocional, la aceptación va llegando con calma.